Hace algunos años conducí por primera vez una terapia de grupo para mujeres con cáncer de mama. Tenían entre 35 y 60 años y estaban en tratamiento. Al terminar dijeron que les había ayudado a manejar las emociones que les provocaba la enfermedad y el tratamiento. Después he estado con más grupos, pero este es el que recuerdo más. Quizás porque era el primero. La terapia de grupo puede ayudar a muchas personas con cáncer o familiares, si la selección y el funcionamiento son los correctos. A partir de esta experiencia explico la terapia grupal como modalidad de ayuda psicológica.
La selección de las participantes en la terapia de grupo
En este grupo todas las participantes eran mujeres y tenían entre 35 y 60 años. Aunque el cáncer de mama también puede afectar a los hombres, es muy poco frecuente que lo haga. Sólo el 1% de cánceres de mama son diagnosticados en hombres. Además, las 6 miembros del grupo estaban en tratamiento -quimioterapia y/o radioterapia-. Algunas habían pasado por el quirófano, y otras no.
Para participar en una terapia de grupo los miembros se deben seleccionar uno a uno. Esto significa hacer entrevistas individuales para ver si puede formar parte. Se hace así porque es importante que el grupo tenga unas características si se quiere que funcione. Esta terapia debe servir para que cada participante comparta experiencias y se identifique con lo que ocurre al resto:
- Las participantes deben tener la misma enfermedad, o enfermedades muy parecidas. El cáncer de mama no se vive como un melanoma o una leucemia.
- Deben estar en el mismo estadio de la enfermedad. Poner en un mismo grupo a una persona en las últimas semanas de su vida y una recién diagnosticada probablemente hará que una de ellas -o todas dos- abandonen la terapia.
- En este caso eran todo mujeres. Pueden ser personas del mismo sexo o de ambos sexos. Pero si son de los dos sexos debe haber, al menos, dos personas de cada sexo. Es decir, no puede haber un grupo con sólo un hombre y todo lo demás mujeres, ni con sólo una mujer y todo lo demás hombres. Dificultaría la participación activa.
- Hay que tener unas características personales que permitan el trabajo grupal. Hay personas que no encajan en una terapia de grupo. A veces lo saben, y lo dicen explícitamente. No es necesario que vayan si no se han de beneficiar. Otras veces no son conscientes, pero podrían perjudicar el resto de personas.
Qué se puede hacer en una terapia en grupo
Hablar del miedo
A esta terapia de grupo para mujeres con cáncer de mama hicimos manejo emocional. Hablar del miedo ayuda a reducirlo. Puede aparecer en muchos momentos de la enfermedad. Incluso antes del diagnóstico: «No me hago autoexploraciones mamarias porque tengo miedo de encontrar algo«. También aparece durante la quimioterapia -por sus efectos secundarios-, a veces, mezclada con la tranquilidad: «Tengo la sensación de que se está haciendo algo contra el cáncer«.
E incluso después: «No me quiero alejar del hospital. ¿Y si la enfermedad regresa?«. Esta última situación se conoce con el nombre de síndrome de la espada de Damocles. Algunas pacientes no quieren saber nada del cáncer una vez se han curado. Otras se implican y se hacen voluntarias.
A veces el miedo también se mezcla con la culpabilidad: «Debería haber estado más atenta con mi propio cuerpo«. Este es un punto importante. La culpabilidad hace que nos centremos en el pasado, y el miedo hace que nos centremos en el futuro. Es un buen ejercicio mirar de centrarse en el presente.
Hablar de las distracciones
Por eso se pueden hacer ejercicios de conciencia plena (mindfulness), que consiste en concentrarse al 100% en lo que hacemos. Un trozo de chocolate en la boca, centrándonos en el olor, el sabor, la textura, la temperatura, etc. Ayuda a dejar al margen cualquier otro preocupación, por más intensa que sea.
En esta terapia de grupo también hablamos del silencio. El ruido puede llegar a ser muy molesto cuando la persona está cansada o se encuentra mal. Pero pedir silencio en casa no siempre es fácil: hay niños que juegan y cuesta decirles que lo hagan en silencio. Se puede pedir a la pareja o algún/a amigo/a que se los lleve un rato.
Hablar del apoyo de la familia
La familia está desconcertada. No sabe cómo ayudar. En este caso lo mejor es preguntarlo. Porque la necesidad de ayuda puede cambiar de un momento a otro, y hay pacientes que se sienten sobreptotegides o molestas por el exceso de ayuda.
Entonces la familia no sabe qué hacer: ¿Hablar? ¿Callar? ¿Marcharse? Quedarse? Se necesita confianza para poder pedir las cosas sin que el otro lo tome como una ofensa: «Ahora lo que necesito es que te vayas y me dejes sola un rato«.
Hablar del tratamiento
«Las venas del brazo se me volvieron negras con la quimioterapia. Me asusté y me dijeron que era normal, que pasaba a veces y que marcharía. Hubiera agradecido que alguien me lo explicara antes«. La quimioterapia impresiona y asusta. El contacto con las enfermeras del hospital de día es clave para reducir esta ansiedad.
En la terapia de grupo aparecen dudas sobre las terapias alternativas o complementarias. Hay que tener cuidado porque, además de no tener ninguna eficacia, pueden interactuar negativamente con el tratamiento. Que algo sea natural no significa que sea recomendable. Es importante consultar siempre al médico antes de tomar nada.
Hablar de la autoimagen
«He cambiado, ya no soy la de antes. Ahora tengo más mala leche. Me gustaría volver a ser la que era un año atrás«. Expresan cosas como que tienen menos paciencia con los demás. O que la cirugía las deja con la sensación de haber perdido una parte de la persona.
La decisión de la reconstrucción de la mama no es firme. Oscila entre el sí y el no a lo largo del tiempo. De algunos efectos secundarios incluso se puede bromear: «Uso la calva para ahuyentar a los vendedores a domicilio. Funciona!«.
Hablar del futuro
Afortunadamente el 85-90% de las mujeres con cáncer de mama detectado precozmente se curan. Hacia el final del tratamiento se empiezan a hacer planes de futuro. Viajar, estudiar una carrera universitaria … o divorciarse. Una participante dijo, textualmente, «Mi marido no me ha ayudado nunca nada, y tampoco lo está haciendo ahora. Por lo tanto he decidido que cuando me cure me divorciaré. Gracias al cáncer he descubierto que llevo 30 años haciéndole de sirvienta, y creo que ser mujer es otra cosa«. ¡Me quito el sombrero!
Beneficios de la terapia grupal
Después de la terapia de grupo las pacientes expresan que han sentido como si tuvieran un espejo delante. Lo que dice una es lo que piensan otras. Este es uno de los objetivos de los grupos de terapia: que la mujer comprenda que lo que le pasa a ella, le pasa al resto. Esto reduce el sentimiento de «ser rara».
Además permite compartir experiencias y ayudarse unas a otras. Pequeñas cuestiones del día a día se pueden resolver con la experiencia de personas que están viviendo lo mismo, y con el apoyo de los profesionales. También es una ayuda para liberar tensiones y desahogarse sin el temor a ser una carga para los demás. Por otro lado el entorno de la terapia en grupo ahorra la compasión morbosa y las preguntas indiscretas.
Un detalle que conviene no pasar por alto es la confianza que se genera. En este grupo, a las 6 mujeres les había caído el pelo. El primer día permanecieron todas con el pañuelo o el gorro en la cabeza. Entre el tercer y el cuarto día ya se lo quitaban todas sólo entrar en la sala. El entorno de comprensión y la presencia del psicólogo ayudan a fomentar esta confianza.
En resumen: para mí fue una gran experiencia como profesional. A ellas les fue de mucha ayuda, por lo que comentaron. La terapia grupal puede ser un buen complemento cuando se integra dentro de una estrategia terapéutica multidisciplinar. Incorpora la formación, la información y la distracción. Y de paso permite avanzar en la investigación sobre su propia eficacia.
Gracias por esta información. tenemos un grupo de mujeres con cáncer en nuestra iglesia. Lo que he leído me ayudará mucho.
Hola Marissa, gracias por su comentario. Celebro que el artículo le sea útil para su grupo, seguro que hacen una gran labor ayudando a las mujeres afectadas por cáncer.