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Tengo cáncer y no sé si decirlo. Esta es una expresión muy frecuente entre las personas a las que se les ha diagnosticado esta enfermedad. Explicar a los demás que tenemos cáncer puede tener consecuencias positivas y negativas. En este sentido puede haber motivos para hacerlo y para no hacerlo, lo cual supone tomar una decisión. En este articulo juntamos las razones que más oímos en la consulta por parte de personas que se plantean cómo y a quién le dirán que tienen cáncer.

No existe una recomendación clara sobre cómo actuar porque depende de situaciones muy personales. La intención es poner sobre la mesa los motivos más habituales para que cada persona decida según sus necesidades.

Tengo cáncer y no sé si decirlo - Psicología en Cáncer
Philim1310 – Pixabay

Tengo cáncer y no sé si decirlo: Motivos para hacerlo

  • El apoyo social es uno de los recursos más eficaces para sobrellevar la enfermedad y su tratamiento. Las personas de nuestro alrededor (familia, amigos, etc) nos pueden ayudar a desahogarnos, a distraernos, y a mantenir la actividad del día a día. También nos pueden acompañar en las visitas médicas. El apoyo social no incrementa la supervivencia, pero ayuda a estar mejor durante la enfermedad y el tiempo posterior.
  • Mantenerlo en secreto es muy difícil y puede hacernos sentir mal por tener que mentir. ¿Cómo explicamos los cambios en el aspecto físico? ¿Cómo justificamos tener que faltar al trabajo a menudo -para ir al medico? ¿Cómo decimos a los niños que estamos demasiado cansados para jugar con ellos?
  • Evitar los rumores: Si los demás se hacen preguntas y no tienen respuesta, puede ser que se la inventen. La curiosidad humana solo admite algo fuera de lo común si existe una explicación para ello. Explicar, con naturalidad, que tenemos cáncer, puede ayudar a cortar de raíz los rumores.

Motivos para NO decir a los demás que tengo cáncer

  • Evitar la compasión y la curiosidad morbosa: Hay personas que, cuando hablan con alguien que les ha dicho «tengo cáncer», anteponen sus propias necesidades y se olvidan del respeto que merecen los demás. Pueden abusar de la confianza haciendo preguntas inadecuadas (por ejemplo, ¿Y qué va a ser de tus niños, pobrecitos?), o aportando puntos de vista que no ayudan en nada (“Yo creo que esto del cáncer no existe. Es un invento de las farmacéuticas para ganar dinero“), etc.
  • Evitar el sufrimiento a los demás: Ver como la familia o las amistades se preocupan, puede generar sufrimiento en la persona, que se añade al que ya tiene por la propia enfermedad y su tratamiento. Hay pacientes que dicen «Tengo cáncer. No quiero tener que cargarme a las espaldas, encima, el sufrimiento de los demás«. Es una decisión tan respetable como la de la persona que decide comunicarlo.
  • Evitar las consecuencias de la revelación: Podemos tener miedo a perder el empleo por las frecuentes ausencias por visitas médicas. También nos puede asustar que algunas personas cambien la forma como se relacionan con nosotros. En realidad esto suele ocurrir en su lado positivo y en su lado negativo: algunas personas que creíamos cercanas se alejan. Otras con las que no teníamos puestas grandes esperanzas nos sorprenden agradablemente acercándose y ayudándonos.
  • El estigma: Todavía existe cierto estigma en el cáncer, que hace que a veces nos refiramos a él como “una larga enfermedad”, o que usemos la palabra “cáncer” de forma inadecuada para hablar, por ejemplo, de corrupción política. Afortunadamente el estigma disminuye a medida que comprendemos más los mecanismos de la enfermedad, y que baja la mortalidad.

Una decisión personal

En definitiva, decir o no decir a los demás «tengo cáncer» es una decisión muy personal. La situación de cada persona hará que sea más adecuado hacer una cosa o la otra. Incluso podemos establecer grados: dar una parte de la información a algunas personas, e información más completa a otras.

Y, por supuesto, hacer valer nuestro derecho a gestionar la información sobre nuestra enfermedad de la manera que creamos conveniente. No deberemos explicaciones a nadie de por qué no le dijimos que teníamos la enfermedad. ¿Y eso, por qué?

Pues porque muchas personas a las que se les diagnostica un cáncer (como ocurre con otras enfermedades) tienen la sensación de perder una parte del control de su vida. Se les marca una agenda de visitas médicas, que hagan unas cosas y dejen de hacer otras que eran habituales… Por lo tanto ante el planteamiento de «Tengo cáncer y no sé si decirlo» es un derecho que, al menos la parte que se refiere a explicar a los demás lo que nos ocurre, esté bajo nuestro control.

¡Estoy a vuestra disposición para resolver dudas o ampliar la información que sea necesaria!

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