«Sexualidad en la enfermedad de cáncer» es un artículo invitado, de un colega de profesión y gran amigo mío, Enrique Luis. Enrique es psicólogo y sexólogo. Trabaja como psicooncólogo en la Asociación Más Vida de apoyo a personas con cáncer en Orihuela (Alicante), y forma parte del equipo de CREC Psicólogos.
Sexualidad en la enfermedad de cáncer
Cuando trabajas como psicooncólogo hay algo que sobresale en el diagnóstico de cáncer: el cuerpo. Nos reconocemos muchísimas veces por nuestro aspecto físico. Es lo que identificamos como el recipiente de nuestros pensamientos. Vivir con cáncer afecta a la percepción y valoración de uno mismo, a la sensación que tenemos de cómo nos observan y sobre todo a la imagen ideal que tendríamos que tener. No es extraño que el pelo sea un indicador de gran carga emocional cuando cae debido a la quimioterapia. La persona se percibe hinchada, enferma, piensa que es algo que todo el mundo nota. El pañuelo o incluso la peluca no son suficientes para paliar ese autoconcepto personal y social que se ve mermado.
La imagen corporal afecta a nuestro concepto de feminidad o masculinidad, pudiendo dañarnos gravemente cuando se trata de un cáncer de mama, de colon , etc, por su impacto estético. Si nos fijamos, nuestro concepto de hombre o de mujer ha sido creado durante nuestra vida por estereotipos culturales y familiares. Las mamas muchas veces nos definían como mujer, así como nuestros genitales y nuestros caracteres secundarios como el vello, la forma de hombros o glúteos, definían una mejor o peor imagen del género.
La sexualidad depende en gran medida de la imagen corporal, además de nuestro estado afectivo y autoestima. Las estimaciones de la frecuencia de problemas sexuales varían mucho según el diagnóstico y el tipo de cáncer y van del 10% al 88%. Los más comunes en las personas con cáncer son el deseo sexual inhibido en ambos sexos, la disfunción eréctil en el hombre y la dispareunia (dolor vaginal) en la mujer. En muchos casos estas disfunciones no se resuelven en uno o dos años tras la terminación de los tratamientos, sino que persisten y se agravan.
Las personas jóvenes se sienten más estresadas por los problemas sexuales relacionados con el cáncer. Esto es debido a que su autoconcepto y autoestima están ligados a poder realizar eso que se llama “una sexualidad normal”. Pero en este tipo de enfermedad, no solo las partes estructurales del cuerpo quedan afectadas, sino que la quimioterapia afecta a la respuesta sexual, interfiriendo con la producción de estrógenos y testosterona. También están los tratamientos que dañan directamente la función u órganos sexuales, radioterapia en la región pélvica o el bajo abdomen y la cirugía.
¿Qué se puede hacer?
Tanto el afectado de cáncer como el que no, pueden hacerse una buena pregunta, bastante oportuna: ¿qué es la sexualidad?
La pregunta no tiene fácil respuesta, incluso si te fijas la primera que aparecerá será la parte coital: la penetración. Pero, ¿eso es la sexualidad? ¿Dar un beso es sexualidad? ¿Masturbarse es sexualidad? ¿Besarse desnudos es sexualidad? ¿Y darse la mano?
No se trata de tener un gran quebradero de cabeza mientras lees estas palabras. Se trata de intentar romper concepciones sociales arraigadas que uno tiene en su mente, porque es lo que más va a condicionar algo que se nos olvida: la intimidad.
La intimidad se puede definir como una zona espiritual reservada a una persona, o un pequeño grupo de personas. Es una parte amorosa y amistosa. Seguramente los mejores recuerdos de nuestra vida se encuentran relacionados con esta intimidad.
Tanto si una enfermedad está afectando a nuestras vidas como si no, fomentar esta intimidad es nuestra responsabilidad humana. Cuando nuestras partes anatómicas quedan afectadas, nos quedan una serie de recursos a tener en cuenta:
- La caricia. El ser humano es sexual en cada poro de su piel. Este gran órgano nos permite sentir, y es el primer receptor de la respuesta sexual.
- Masajear. Nos hemos acostumbrado tanto a la estimulación genital directa que no hemos sabido estimular todas las partes de nuestro cuerpo. A parte de paliar el dolor, el masaje estimula el vínculo.
- Jugar. El sexo es el juego libre, como decía Woody Allen: “El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír”.
- Deja a un lado la penetración. Empieza a fomentar otro tipo de sensaciones sexuales, busca saborear las pequeñas sensaciones, como cuando saboreas un buen vino.
- No busques el orgasmo. El fin de la sexualidad no es el orgasmo, sino el disfrute. Obsesionarse con el orgasmo irónicamente suele causar la falta de éste.
Puede que estés pasando por un periodo duro. Es por eso que aunque el cuerpo esté débil y en condiciones difíciles, es en nuestros apoyos y vínculos donde tenemos que centrar nuestra fortaleza. La sexualidad no es más que un puente hacia el apoyo del otro.
Enrique Luis
Psicólogo y Sexólogo
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Mi mujer tiene cáncer de mama, que puedo hacer para ayudarla?
Hola Jose Javier, gracias por su comentario. Tengo un artículo llamado «10 maneras de ayudar a una mujer con cáncer de mama«, que da algunas pautas generales. Para una atención más personalizada le invito a pedir visita escribiendo a info@psicologiaencancer.com.
Me dio mucho alivio al decir que mucho dicen tengo que sr fuerte cuando tengo dolor en mi corazón por que su cáncer intestino la 3ra vez que lo operan y tiene mestastesis
Hola Beatriz, es cierto que muchas personas dicen «tienes que ser fuerte» con la buena intención de ayudar, aunque no siempre lo consiguen porque parece que tuitan importancia al problema. Ante el dolor, lo mejor siempre es buscar ayuda. Así que necesita apoyo personalizado, no dude en contactar conmigo escribiendo a info@psicologiaencancer.com.