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La depresión o la tristeza pueden ser habituales en muchos momentos del cáncer. Se trata de fenómenos diferentes: la tristeza forma parte del proceso de adaptación a la enfermedad y, como las otras emociones, tiene una finalidad. En cambio la depresión constituye un trastorno para el que se necesita ayuda. En ambos casos podemos intentar recuperar el bienestar. Este artículo habla de por qué reaccionamos al cáncer con depresión y de qué podemos hacer si nos pasa.

Reaccionar al cáncer con depresióm¡n - Psicología en Cáncer
Malachi Cowie – Pixabay

Por qué reaccionamos al cáncer con depresión

En el blog de Psicología en Cáncer ya hemos hablado de otras dos reacciones habituales ante la enfermedad: la rabia y el miedo. La tristeza o la depresión son otros sentimientos que nos puede despertar el cáncer. Pero no son exactamente lo mismo.

La tristeza es relativamente leve y puede persistir durante unas horas o unos días. Normalmente no afecta de manera grave las actividades normales. La tristeza es un sentimiento que tienen muchas personas, aunque no tengan cáncer. En cambio la depresión es un malestar más intenso, que puede llegar a suponer un diagnóstico clínico. Dura más tiempo que la tristeza «normal» y afecta de manera importante la vida diaria. Las personas que tienen depresión la suelen describir como una imposibilidad de estar bien o de disfrutar de las cosas que se hacen. Puede ir acompañada de aislamiento, desesperanza (creencia de que la situación no mejorará) o sentimientos de culpabilidad. También se asocia al insomnio, al aumento o disminución de peso, y a la reducción de las actividades sociales.

La reacción al cáncer con depresión puede llegar en varios momentos de la enfermedad -aunque muchas personas no la tendrán nunca-. Uno de los momentos más frecuentes es el del diagnóstico. Durante el tratamiento es menos frecuente, porque la sensación de estar haciendo algo para curar la enfermedad suele dar esperanza. La depresión puede volver si hay una recaída o si hay que afrontar el final de vida porque la enfermedad se hace incurable.

El papel de la depresión y la tristeza

Todas las emociones tienen una finalidad, tanto las positivas como las negativas. Nuestro cuerpo persigue un objetivo con cada una de ellas. Las llamadas emociones básicas (tristeza, rabia, miedo, asco, sorpresa y alegría) también las tienen algunos animales, y esto quiere decir que se han ido transmitiendo a lo largo de la evolución de las especies porque ayudan a sobrevivir y a adaptarse a las circunstancias del entorno.

Entonces, ¿para qué sirve la tristeza?

Si tienes cáncer puedes tener depresión
Abbat – Pixabay
  • La tristeza hace que nuestro pensamiento y nuestra conducta se enlentezcan. Así nos damos más tiempo a nosotros mismos/as para procesar una mala noticia o para aprender a vivir con un cambio permanente.
  • Pensar constantemente en lo que nos entristece nos ayuda a buscar una solución sin distraernos con las cosas normales del día a día. La tendencia a «dar vueltas todo el rato» es lo que conocemos como rumiación. A pesar de ello, la rumiación puede convertirse en un problema si no contribuye a aportar soluciones.
  • La expresión facial de tristeza, las posturas encogidas y el llanto despiertan la empatía de los demás, y así nos ofrecen su consuelo y ayuda. Pero no es algo que hagamos a propósito: nuestro cuerpo se conduce solo a esta situación, y provoca que los demás vengan a ayudarnos.

Cómo reducir la tristeza

Una de las cosas que hacemos los psicooncólogos es normalizar las reacciones emocionales. Explicamos a pacientes y familiares que es normal (es decir, comprensible) vivir el cáncer con tristeza. Esto les ayuda a darse permiso a sí mismos para experimentar estas emociones.

Recuperar el bienestar tiene un recorrido limitado: no nos planteamos la felicidad como objetivo, sino que intentamos hacer que el malestar sea más llevadero.

Algunas cosas que ayudan a calmar la tristeza:

  • Hablar. Cuando los pensamientos se lían dentro de la cabeza y parece que formen una nube, expresarlos en voz alta ayuda a ordenarlos. Y esto hace que, después, no veamos la cosa tan grave como parecía. Eso sí: hablar desde el sentimiento profundo. Emocionalmente. Porque si hablamos desde la superficie de los sentimientos, como si no nos afectara lo que nos pasa, no llegamos a desahogarnos. Es algo que veo cada día en la consulta.
  • Llorar. Cuando lloramos nos liberamos de la resistencia. Es como abrir las compuertas de un pantano y dejar salir el agua. Si no tenemos agua en el pantano, no hay nada que nos presione. Por eso el llanto da paso a la calma y la sensación de habernos quitado un peso de encima. Hay personas que prefieren llorar solas y, otras, hacerlo en compañía. Es una elección personal.
  • El apoyo social. La familia y los amigos pueden ser una buena fuente de ayuda. Tanto para hablar de lo que nos preocupa, como para hablar de cualquier cosa que nos permita pasar un rato sin pensar en ello. Incluso, para reír o para no sentirnos solos/as. La mera presencia de una persona, aunque no hable, supone un alivio para la tristeza. Esto no quita que queramos conservar nuestros ratos para estar voluntariamente solos/as.
  • El ejercicio físico. Cuando hacemos ejercicio físico liberamos endorfinas, que nos producen bienestar. Aparte de esto, cada vez hay más estudios que confirman los enormes beneficios de hacer ejercicio físico cuando tenemos cáncer.

Cómo salir de una depresión relacionada con el cáncer

Es habitual reaccionar al cáncer con depresión
Max – Pixabay

Aquí hay que volver a la distinción entre tristeza y depresión. Sentir cierta tristeza y ganas de llorar cuando tenemos cáncer es normal y no debería alarmarnos: al fin y al cabo sabemos que es una enfermedad grave, que genera preocupaciones y dudas. Pero vivir el cáncer con depresión sí es un aviso para buscar la manera de reducir estos sentimientos negativos. La depresión es un trastorno mental; no se puede considerar normal tenerla. Por tanto, lo que se aconseja hacer es diferente con la tristeza que con la depresión.

Si lo que hay es una depresión, se aconseja recibir apoyo profesional. Sabremos que estamos en esta situación porque el malestar es muy notable y dificulta o impide las actividades de la vida diaria, independientemente del cáncer. También puede producir, aunque no lo hace siempre, pensamientos extraños, pérdida o aumento del apetito y alteraciones del sueño.

El psicólogo evalúa los síntomas y ayuda al paciente a hacer los cambios necesarios para reducirlos, adaptándose a las necesidades personales de cada uno. Ponerse en contacto con un psicólogo especializado es una buena manera de recuperar el bienestar y la calidad de vida.

Si tienes alguna duda contacta conmigo de manera privada y confidencial a través de estos canales. Si necesitas ayuda psicológica haz click en "PEDIR VISITA".


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Este artículo tiene 2 comentarios

    1. Hola Julio. Muchas gracias por su mensaje. Comprobará que le he respondido también a través del chat de la web (encontrará mi respuesta en su email). Como le indico, la información de este artículo es muy general: para manejar una depresión relacionada con el cáncer de manera más particular es necesario conocer a la persona afectada y saber qué tipo de cáncer tiene, en qué estadio y qué tratamiento está siguiendo, si es que sigue alguno. Le invito a continuar en contacto conmigo a través del email o el chat para poder darle la ayuda que necesite.

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