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Llega la Navidad, pero no estamos todos. Esta es la sensación que experimentan muchas familias que han perdido un ser querido cuando llegan estas fechas. La primera Navidad después del fallecimiento suele ser la más difícil. No hay una manera de llevarlo mejor que otra. Cada familia encuentra la suya como parte del proceso de adaptación. Este artículo pretende ser de ayuda para las familias que afrontan la Navidad con el dolor de la muerte de un ser querido.

Llega la Navidad pero no estamos todos - Psicología en Cáncer
Joe – Pixabay

La primera Navidad tras la muerte de un ser querido

En esta situación puede haber un sentimiento de vacío, o una sensación de que lo que se está viviendo no es real. Algunas familias lo experimentan con culpabilidad («¿Cómo podemos estar celebrando nada si no estamos todos?«). Otras lo viven con mucha tristeza al recuperar rituales propios de las fechas. Incluso hay ocasiones en que la familia prefiere hacer vida normal, sin ninguna celebración.

Todo depende de si se quiere recordar al familiar que murió -aunque resulte doloroso- o si, por el contrario, se prefiere pasar página y seguir adelante. Esto no tiene porque significar que sus familiares quieren olvidarse de él. Las personas pueden querer dejar un recuerdo al lado si creen que necesitan hacerlo para llevar una vida normal.

«Este año, por Navidad, pondremos un plato y cubiertos en el lugar donde se sentaba a mi marido, junto con una vela. Nos ayudará a recordar que, en cierto modo, sigue entre nosotros«, me comentó una paciente hace unos años. Yo le respondí que era cierto, que las personas no desaparecen cuando mueren. Siguen presentes mientras haya quien las recuerde. Incluso, si tenemos miedo de olvidar su cara, podemos cerrar los ojos y verlas.

Por qué surgen estas dificultades

La Navidad se vive de manera muy tradicional. Las celebraciones se transmiten de padres a hijos y se reproducen de manera similar a lo largo de los años. La persona que murió podía tener un papel determinado en la celebración de las fiestas y cuando llega la Navidad este papel queda vacío. Por eso se percibe más su ausencia. Por otro lado las fechas navideñas, muy próximas al cambio de año, suelen ser un momento en que se hace balance del año que termina. Y si la muerte del ser querido es reciente, forma parte de este balance.

Esto se nota todavía más cuando la despedida de la persona, en el momento en que murió, se vivió de forma desnaturalizada. Y es que hay una tendencia a acelerar el proceso del duelo. Un día y medio de velatorio, decidir rápidamente las flores, el féretro, el recordatorio y la ceremonia. Algunas personas que han vivido esta situación me han dicho «El peor momento es cuando termina la ceremonia en el cementerio, que ves como toda la gente se va, y tú te quedas allí sintiéndote tan sola«.

Cuando llega la Navidad podemos echar de menos a los familiares que ya no están
Motaz Tawfik – Pixabay

En parte esto es por la rapidez con que se ha hecho todo. Se quiere que todo lo relacionado con el funeral y con la recuperación de la normalidad sea lo más rápida posible, y se decide con demasiada facilidad «medicalizar» el duelo. Algunas facetas del recuerdo de la persona que ha muerto pueden quedar mal cerradas. Y se pueden reabrir de manera imprevista en fechas como cuando llega la Navidad.

Como manejarlo cuando llega la Navidad

Si esto ocurre, la recomendación es permitirse (a uno mismo) revivir esas emociones. Es posible que hagan daño, porque cuesta aceptar que la muerte es irreversible. Pero experimentarlas es parte del proceso de adaptación a la nueva realidad: la vida en que una persona especial ya no está. Es normal sentir el impulso de hacerse el fuerte, sobre todo ante recomendaciones como «no dejes que los niños te vean llorar«, pero esto puede aumentar el sufrimiento.

Darse permiso a uno mismo para estar triste cuando el cuerpo lo pide facilita el manejo del duelo. Para superar estos momentos, hay grupos de apoyo, con o sin profesional al cargo. Estos pueden ayudar a compartir experiencias y comprobar que son muchas las personas que se encuentran en una situación similar. Evidentemente los especialistas siempre estamos dispuestos a ayudar si es necesario.

En los encuentros navideños con la familia extensa (hermanos, primos, etc) estas fechas pueden hacerse un poco más soportables, porque todo el mundo se siente más acompañado. También pueden ser una oportunidad para recordar conjuntamente la persona que murió. Algunas familias las aprovechan para limar posibles asperezas que puedan permanecer.

¿Y los niños? Los niños suelen ser muy espontáneos en sus preguntas, y es normal que las hagan, no sólo cuando llega la Navidad sino durante todo el año. Lo mejor es permitirlo y contestar con sinceridad. También podemos decir que si tienen más preguntas pueden hacerlas, que siempre estaremos a su lado para responder. De todos modos también deben saber que algunas preguntas no tienen respuesta.

En resumen, la Navidad puede llevar recuerdos de los familiares que han muerto, sobre todo si lo han hecho recientemente. Y aunque se vivan estas fechas con dolor, son una oportunidad más para recolocar el recuerdo de esta persona y avanzar en el proceso de duelo: la normalización de la vida sin él o ella físicamente entre nosotros. La experiencia también demuestra que con el tiempo el recuerdo se normaliza. Entonces las celebraciones se pueden volver a vivir con felicidad, manteniendo el recuerdo de la persona amada.


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