El pasado 24 de diciembre murió Jimmie Holland, considerada la fundadora de la Psicooncología. Es gracias a esta psiquiatra que se abrió el camino de la Psicología como herramienta útil para las personas con cáncer y sus familiares. Este artículo es para hacerle un pequeño homenaje.
Biografía de Jimmie Holland
Jimmie C. Holland nació en Texas en 1928. Se graduó en Medicina en el Babylor College of Medicine de Texas en 1952 y obtuvo la especialidad en Psiquiatría en 1966. Entre 1977 y 1996 dirigió el Departamento de Psiquiatría del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, uno de los centros de oncología de referencia mundial. Allí puso en marcha el primer programa de Psicooncología, por lo que se la considera pionera de esta especialidad. También desarrolló programas de investigación y de formación para profesionales. Y en 1998 dirigió la edición del primer manual de psicooncología.
Jimmie Holland también fundó la Asociación Americana de Oncología Psicosocial (APOS, por sus siglas en inglés) y la Asociación Internacional de Psicooncología (IPOS, por sus siglas en inglés). Fue co-editora jefe de la revista Psychooncology y consiguió que la investigación en aspectos psicosociales y conductuales del cáncer entrara en la agenda de la Sociedad Americana de Oncología. Esta sociedad la premió en 1994 con la Medalla de Honor de Investigación Clínica.
El interés de Jimmie Holland por la psicooncología
Jimmie Holland estaba casada con James F. Holland, oncólogo de referencia en el desarrollo de la quimioterapia como tratamiento del cáncer. A partir de las conversaciones entre ellos dos sobre lo poco que se sabía de la experiencia emocional de las personas con cáncer -y del poco interés que despertaba en la comunidad médica-, Jimmie Holland comenzó a interesarse en cómo se sienten las personas que tienen esta enfermedad.
La tradición de la psicooncología es corta. Hasta que la supervivencia no comenzó a aumentar, el cáncer se asociaba a la muerte. Por lo tanto la prioridad durante el tratamiento -muy agresivo- era el cuidado. Y, como prácticamente todas las personas morían, nadie se preocupaba por el «después». Pero cuando los tratamientos se comenzaron a hacer más eficaces y más tolerables se empezó a valorar la calidad de vida, tanto durante la enfermedad como posteriormente. En este punto es donde Jimmie Holland abrió el camino.
Holland también cuestionó la «normalidad» de la depresión «. Allí donde se consideraba normal que una persona con cáncer estuviera deprimida, ella dijo que esta depresión se podía tratar por convertirla en una tristeza más soportable. En esa misma época también se consideraba normal que a una persona que se quejara de haber perdido la función sexual su médico le dijera «Deberías estar contento de estar vivo«. Una situación muy diferente a la actual, en que consideramos prioritario recuperar la calidad de vida.
El legado de Jimmie Holland
Más allá de poner en marcha la psicooncología como especialidad profesional, Jimmie Holland tuvo que construir desde cero una serie de técnicas de evaluación y tratamiento. Y con la dificultad añadida de ser una mujer, en una profesión científica dominada ampliamente por los hombres. Holland desarrolló métodos de diagnóstico y tratamiento de personas con cáncer y con problemas de salud mental y estudió como las diferentes terapias oncológicas afectaban la calidad de vida. También estudió como los psicofármacos pueden interferir con la quimioterapia.
Determinó que cerca del 25% de personas con cáncer necesitan un psicooncólogo para hacer frente al impacto emocional, y que la mayoría de ellos no piden ayuda. Y investigó como el hecho de tener cáncer en la adolescencia afectaba la autoimagen durante el proceso y posteriormente. Una conclusión destacada del trabajo de Jimmie Holland es que el sesgo optimista (la tendencia de muchas personas a pensar que no les pasará nada malo en la vida) desaparece después de tener cáncer.
En un congreso profesional en Madrid, en 2009, una señora se sentó en la mesa donde yo comía y me empezó a explicar cómo había cambiado la ciudad desde la primera vez que había estado. Yo no la conocía de nada, pero por la forma en que hablábamos parecía que nos hubiéramos tratado toda la vida. Cuando se levantó y se marchó se me acercó una chica joven y me dijo «Tienes cara de no saber quién es la señora con quien estabas hablando. Es Jimmie Holland«.
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