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El cáncer cursa por fases: diagnóstico, tratamiento, intervalo libre y, a veces, recaída con posible final de vida. Aunque cada uno vive la enfermedad de manera muy personal, se detecta que muchos/as pacientes tienden a experimentar el mismo tipo de estado de ánimo cuando se encuentran en una fase particular. Exploramos su evolución a lo largo del proceso oncológico.

El estado de ánimo en cada fase del cáncer - Psicología en Cáncer
Paul Brennan – Pixabay

La vivencia personal del cáncer

El cáncer se vive de manera muy personal. Podemos decir que cada uno tiene su cáncer. Y aunque parezca que dos personas, por el hecho de tener exactamente el mismo tipo de cáncer tienen que vivirlo igual, la experiencia demuestra que no es así.

Sin embargo, observamos que el estado de ánimo tiende a evolucionar de forma similar en la mayoría de pacientes con cáncer, a medida que avanzan en su proceso. Y a partir de aquí se ha intentado explicar por qué, en cada fase de la enfermedad, predomina un tipo de estado de ánimo concreto y algunos pensamientos asociados.

El estado de ánimo en la fase de diagnóstico

La fase del diagnóstico de cáncer está marcada por la sorpresa, la estupefacción y la incredulidad. Son muy habituales preguntas como «¿por qué a mi?» y sentimientos mezclados de tristeza, miedo y rabia. El motivo es que nuestra mente nos está pidiendo que nos detengamos, que dejemos de pensar en cualquier otra cosa y nos centremos en encajar la noticia del diagnóstico.

Cuando nos dicen que tenemos cáncer debemos asumir una serie de cambios que nos llegarán y que alterarán nuestra vida. Eso necesita tiempo y apoyo social (de la familia y los amigos). El choque puede hacer que no prestemos atención a lo que nos dice el médico, por eso es clave ir a las visitas acompañados y con una lista con las preguntas que le queramos hacer.

El estado de ánimo en la fase de tratamiento

El estado de ánimo durante el tratamiento del cáncer
Victoria – Pixabay

La etapa del tratamiento del cáncer se suele vivir con más optimismo que las otras. Tenemos el pensamiento de que estamos haciendo algo contra la enfermedad, y esto nos proporciona una cierta sensación de control. No quiere decir que lo vivamos con alegría, sino que cuando se compara con el diagnóstico -cuando todavía no nos hemos hecho a la idea de lo que nos ha pasado- y con el post-tratamiento, esta fase se suele experimentar con mayor sentimiento de implicación.

Tenemos un equipo de profesionales de la oncología, de muchas disciplinas, que se unen para proporcionarnos el tratamiento, y unos resultados científicos que avalan que este tratamiento es el mejor de todos los que están disponibles. Esto nos tranquiliza: si algo no fuera bien, estamos rodeados de profesionales de la salud que enseguida lo verían y nos ayudarían.

Durante el intervalo libre de enfermedad

Si el tratamiento es efectivo y nos dicen que ya hemos superado el cáncer, entramos en el llamado intervalo libre de enfermedad. Este intervalo puede durar muchos años (puede que el cáncer no nos vuelva a afectar), pero también es posible que sí que vuelva al cabo de un tiempo. Por eso se utiliza el concepto de intervalo. Es un período en el que nos hacen controles periódicos para comprobar que todo va bien.

Y lo que sucede en esta fase con el estado de ánimo es un poco inesperado. De entrada parece que, si nos dicen «te has curado», debe volver la alegría, ¿verdad? Pues no es lo que ocurre. Al menos, no del todo. Si en la fase del tratamiento decíamos que el hecho de estar rodeados de profesionales de la salud nos da la tranquilidad de saber que si pasa algo se podrá intervenir a tiempo, terminar el tratamiento significa que este arropamiento se acaba. Por tanto podemos tener cierto miedo de que la enfermedad regrese (lo que llamamos el Síndrome de la espada de Damocles).

Además tenemos que volver a enfrentarnos a una «realidad» que ha ido avanzando a su ritmo mientras nuestra vida estaba en pausa por el tratamiento: volver a buscar trabajo, recuperar las actividades del día a día, etc. Y tenemos que hacerlo asumiendo que algunos de los cambios que hemos vivido se revertirán, pero otros permanecerán.

El estado anímico si se produce una recaída

La recaída del cáncer tiene un gran impacto en el estado de ánimo
Malachi Cowie – Pixabay

La posible recaída en el cáncer también tiene su impacto en el estado de ánimo. Sobre todo en forma de frustración e indignación. El pensamiento predominante es: «Todo el tratamiento que hice la otra vez, tener que soportar los efectos secundarios… ¿no sirvió de nada?«. El nuevo tratamiento no se vive con tanta esperanza como en la primera ocasión.

En este punto algunas personas se plantean si vale la pena volver a hacer un tratamiento. Es normal que se lo pregunten. Es una cuestión delicada que hay que dejar en manos de profesionales de la psicooncología, para abrir un proceso de toma de decisiones que suele ser complejo. Otras personas adoptan un espíritu de lucha y deciden darlo todo en el tratamiento.

Cómo se vive la etapa de final de vida

La fase de final de vida está marcada por la complejidad y los cambios. Se vive con un gran sufrimiento, por parte del paciente y de su familia. Y es que el hecho de saber que queda poco tiempo de vida suele abrir una de estas dos vías:

  • Que se convierta en una oportunidad para vivir esta última etapa de la manera deseada (con buenos recuerdos, experiencias agradables, etc), algo que ocurre algunas veces y tras un tiempo de convivir con la fase terminal.
  • Que todo gire alrededor del control de los síntomas y el manejo del sufrimiento.

¿Y eso se puede elegir? No siempre. Depende de la personalidad, de las circunstancias, del estado de salud, del apoyo social, etc. Tanto en un caso como en el otro, predomina la rabia sobre la tristeza. Digámoslo claro: a las personas no les da la gana de morirse.

Esto no impide que desde la psicooncología podamos hacer un trabajo de acompañamiento y de reminiscencia: Un repaso vital que nos ayude a morir sabiendo que nuestra visa ha tenido un sentido, lo que hace que este proceso sea menos difícil. No más fácil, ni más agradable, pero sí menos difícil.


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Este artículo tiene 6 comentarios

  1. Pienso que se ha avanzado en cuestiones del dolor,del control de síntomas..pero la esperanza de vida en cáncer estadio IV….sigue siendo la misma

    1. Hola Paqui, gracias por su comentario. Un cáncer en estadio IV significa que se ha extendido a otras partes del cuerpo en forma de metástasis, con lo cual su control es muy difícil porque ya no hay que intervenir sobre un tumor, sino sobre varios a la vez. Por eso la esperanza de vida habitualmente -no siempre- es muy limitada. Los esfuerzos ahora mismo se centran en prevenir las metástasis antes de que estas se produzcan y en detectar el cáncer lo antes posible.

        1. Hola Alma, gracias por su comentario. Es difícil responder a su pregunta, porque depende de muchas otras cosas: de la edad, de la salud general, del tipo de tratamiento seguido, etc. Los médicos que llevan a la persona en esta situación podrán responder con mayor precisión, aunque debo añadr que los porcentajes son muy elásticos en este sentido.

  2. Hola Joan,
    Muchas gracias por el artículo, está todo perfectamente detallado
    Sin duda, lidiar con una enfermedad como el cáncer es un proceso muy duro y complicado tanto en los pacientes como en las personas de su entorno. Es completamente normal frustrarse, deprimirse, aislarse, enfadarse y un sinfín de emociones y estados.
    ¿Crees que, que cada vez haya mejores tratamientos más efectivos, ayuda a los pacientes a poder afrontar mejor la enfermedad?
    Muchas gracias, un saludo

    1. Hola Rebirthing, gracias por su comentario. Sin duda la mejora de los tratamientos y de la eficacia de estos, ayuda a implicarse en el tratamiento porque se percibe una mayor probabilidad de superar la enfermedad. Y esta es una parte importante del afrontamiento. Además el afrontamiento depende de otras cosas: las características personales, el entorno social, el apoyo de los profesionales, etc. Al final, todo suma para llevar el proceso oncológico.

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