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El cáncer lo cambia todo. Y una de las cosas que notan más las personas después del diagnóstico son los cambios en el día a día: los horarios, las rutinas, las actividades, etc. Esto contribuye a acentuar la sensación de «estar enfermos», aunque se encuentren bien. Hablamos de cómo cambia el día a día en las personas con cáncer y de cómo se puede recuperar, al menos en parte, la calidad de vida perdida.

Min woo park – Pîxabay

El día a día para una persona con cáncer es muy diferente al que tenía esta misma persona antes del diagnóstico: la vida pasa a girar alrededor del tratamiento, las visitas al hospital se hacen frecuentes (porque se visitan varios profesionales de la salud en varios días), y hay que adaptar los horarios y las rutinas. 

El tratamiento con quimioterapia obliga a ir al hospital con cierta frecuencia, que va a depender de cada persona. Además el día antes se suele pedir otra visita al hospital para hacer un análisis de sangre, con el que se quiere comprobar si la sesión de quimioterapia que toca se puede hacer con normalidad. Después de la sesión es frecuente pasar unos días con un cierto malestar por los efectos adversos de este tratamiento. De todos modos esto no ocurre siempre, ni con la misma intensidad ni con los mismos síntomas. Y en cualquier caso, hay medicamentos que ayudan a paliar estos efectos.

Si et tratamiento se hace con radioterapia las visitas al hospital son diarias, a pesar de que el tratamiento sólo dura unos minutos cada vez. Tener que ir todos los días al hospital también altera el día a día porque dificulta hacer planes, sobre todo si el centro sanitario se encuentra lejos de casa. En este caso los efectos adversos suelen ser más leves.

A veces cambian los hábitos alimentarios, sobre todo si el tratamiento provoca náuseas, vómitos o llagas en la boca. Y suele aparecer fatiga, que complica hacer las actividades del día a día. El sueño también se puede ver alterado, a veces por las preocupaciones relacionadas con el cáncer. También hay medicamentos, además de técnicas psicológicas, que ayuden a reducir todos estos síntomas.

Además los tiempos de espera de resultados de pruebas médicas pueden añadir ansiedad y confusión y dificultar el ritmo normal y el descanso.

De todas formas hay margen para recuperar calidad de vida, con cosas que podemos hacer desde casa o desde cualquier lugar. Y si el estado físico y psicológico lo permiten, podemos aprovechar para hacer cosas que, normalmente, no podríamos hacer.

Las personas con cáncer también pueden mejorar su día a día

A veces oímos discursos positivistas, de Mr Wonderful, que vienen a decir que el malestar és una cuestión de actitud. Son discursos que se alejan claramente de la realidad. Y que incluso pueden hacer que una persona se sienta culpable por el hecho de encontrarse mal. No forman parte de mi práctica.

Como profesional he visto personas intentando forzarse a ellas mismas a estar bien, como si fuera un deber. Como una rueda que gira en el barro a toda velocidad mientras el coche no se mueve. Esta manera no funciona. La que sí funciona es la de escuchar al propio cuerpo y probar cambios pequeños, próximos y factibles.

Las dificultades del día a día para una persona con cáncer
Andreas Lischka – Pixabay

Una manera de hacer más llevaderas las dificultades del dia a dia para una persona con cáncer es disfrutar de los buenos momentos. Están ahí, aunque la preocupación nos dificulte encontrarlos. Son estos momentos los que, además de aportar calma, nos permitirán olvidarnos por un rato de que estamos enfermos.

Disfrutar de los buenos momentos tiene que ver con cómo los percibimos. Normalmente llevamos un estilo de vida basado en la rapidez, en que nos cuesta concentrarnos por los muchos estímulos que llaman nuestra atención (alarmas, luces, pitidos, WhatsApp, etc). Hacemos las cosas sin ser conscientes de ellas porque cuando las hacemos ya estamos pensando en lo que deberemos hacer después.

Nos levantamos pensando en la ducha. Nos duchamos pensando en qué vestiremos. Nos vestimos pensando en el desayuno. Desayunamos pensando en la jornada que tenemos por delante. Pasamos la jornada pensando en regresar a casa. Y al llegar a casa ya pensamos en el día siguiente. Se nos ha pasado el día sin que nos hayamos dado cuenta.

Pero si hacemos cada cosa concentrándonos en este momento y en los sentimientos que nos produce, nos ayudará a olvidar el resto y vivir este momento como lo único que importa.

Cambios pequeños, próximos y factibles

  • Al despertar por la mañana, haz estiramientos. Disfrutando de la sensación que produce.
  • Dúchate pensando sólo en la ducha. Concéntrate en la sensación del agua bajando por el cuerpo, el aroma del gel de baño, etc. Esto no significa dedicar más tiempo a la ducha; sólo que el tiempo que le dediques, aunque sean 5 minutos, te centres en esta actividad.
  • Vístete pensando en cómo irás más cómodo/a y cómo te gustarás más a ti mismo/a. De que eres guapo/a no hay ninguna duda.
  • Toma el café cerrando los ojos, lentamente, disfrutando de su sabor y su aroma. Hazlo como parte de un desayuno completo, que contenga una pieza de fruta.
  • Empléate en tus actividades (laborales, del hogar, etc) pensando en como ayudas a los demás o cómo te ayudas a ti mismo/a. Si puedes, ponte música. Y si también puedes, canta con ella.
  • Cuando tengas que hacer algo que no te gusta, piensa en el motivo. Aunque no te apetezca, seguro que tiene un sentido hacerlo. Por ejemplo, el tratamiento del cáncer es para curarte o para recuperar la calidad de vida. Y te da la oportunidad de conocer a gente en una situación similar a la tuya, y de compartir experiencias. Incluso puede surgir un grupo de amistad para mantener el contacto cuando hayas acabado el tratamiento.
  • El tiempo que se pasa con los demás suele ser muy agradecido. Se puede hablar de cualquier cosa (incluso del cáncer, si os apetece) o hacer lo que queráis en aquél momento.
  • Y el tiempo que se pasa con uno mismo también es de los más importantes. Leer un libro, ir al cine, pasear, escuchar música, etc. Sin dar explicaciones a nadie. Es tu momento y tienes derecho a disfrutarlo al máximo.
  • Pregunta a los profesionales de la salud cómo puedes reducir los efectos secundarios del tratamiento. Aunque esto alargue el tiempo que pasas en la consulta.
  • Date permiso a ti mismo/a para estar mal cuando el cuerpo te lo pida. La rabia, la tristeza o el miedo son sentimientos normales. Igualmente, date permiso para reír.

Además de vivir cada momento concentrándote plenamente en él (lo que en inglés se llama Mindfulness), el tiempo que dediques a ello no lo dedicarás a pensar en lo que te preocupa, porque el cerebro no puede pensar en dos cosas a la vez. ¡Pruébalo!

Lograr esta capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas cuando se está preocupado por algo como una enfermedad grave, es algo que requiere tiempo y entrenamiento. Al principio puede parecer que no podremos, o que es demasiado difícil. Pero con la práctica se puede conseguir.


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