Hay pacientes con cáncer o personas con un familiar con la enfermedad que se quejan de la curiosidad morbosa de algunos conocidos. Parece que las preguntas que hacen, y la manera de hacerlas, se relaciona más con este morbo que con un interés sincero por cómo se encuentra la persona afectada. En este artículo hablamos del por qué de la curiosidad morbosa y de cómo podemos hacer frente.
Qué es la curosidad morbosa
Hace un tiempo publiqué un artículo llamado «Tengo cáncer y no sé si decirlo«. A la hora de valorar si debemos decir a los demás que tenemos la enfermedad ponemos en la balanza varios factores. ¿Cambiará la manera como los demás se relacionan conmigo? ¿Perderé el trabajo? Uno de estos factores es la curiosidad morbosa que algunas personas pueden manifestar cuando saben que tenemos la enfermedad.
En las relaciones con personas que tienen cáncer la curiosidad morbosa consiste en hacer pasar la voluntad personal de conocer detalles crueles por delante del interés sincero en saber cómo se encuentra el otro. Es decir se hacen preguntas o comentarios con intención morbosa en lugar de hacerlos con voluntad de ayudar. Son ejemplos cosas como «¿Ahora que te han dado 6 meses, tienes miedo de morir?» o «¿Qué dicen tus hijos cuando te ven sin pelo?» o «Vaya, pobre, con los planes que tenías para el futuro«.
Cabe decir que la persona que muestra curiosidad morbosa no siempre es consciente de ello. A veces quiere satisfacer una necesidad personal de saber detalles, pero sin intención de molestar o de ofender. Esto no quiere decir que no tengamos que pararle los pies cuando convenga. Por otra parte, la curiosidad morbosa no radica en la pregunta o comentario, sino a la actitud que hay detrás. La misma pregunta se puede hacer con fines terapéuticos o de ayuda sincera.
Por qué se produce
Cuando alguien nos viene a preguntar por la enfermedad, o por el tratamiento, o por cómo estamos viviendo la situación, el motivo de hacer esta pregunta puede ser para ayudarnos a nosotros o para ayudarse a sí mismo. La curiosidad morbosa hace que la intención de ayudarnos quede como algo secundario, en detrimento de su deseo de saber algunos detalles. Por lo tanto es una cuestión de prioridades.
Esta misma curiosidad también la vemos en otras situaciones, como los accidentes de tráfico, las desapariciones de personas, o cualquier cosa que alguien morboso crea que puede provocar sufrimiento. Para ellos, «alimentarse» con estos detalles relacionados con el dolor, o con las secuelas, es más importante que la molestia que puedan causar preguntando.
A veces utilizan esta información para protegerse psicológicamente. Cuánto más cruel sea un detalle, más tenderán a pensar «esto a mi no me ocurrirá, porque voy con más cuidado«. Las personas creemos estar más protegidas de lo que realmente estamos para no vivir constantemente con miedo. Por ejemplo: los curiosos pueden querer saber muchos detalles sobre una persona con cáncer de pulmón para después concluír «a mi todo eso no me ocurrirá porque no fumo«. Está claro que algunas de estas creencias son erróneas.
Distinguir la curiosidad morbosa
Distinguir la curiosidad morbosa no siempre es fácil. A menudo la manifiestan personas con las que llevamos mucho tiempo hablando, por lo que ya nos hemos acostumbrado a tratar con ellas. El cáncer no hace que nos planteamos si hay que cambiar la forma en que nos comunicamos con esta persona. Pero algunas características nos pueden hacer sospechar que la pregunta surge de la curiosidad morbosa:
- La información que nos piden es poco útil. Que nos pregunten a qué hora tenemos visita al médico puede ser útil por si nos pueden acompañar. Pero que nos pregunten por el contenido de una pesadilla no sirve para nada.
- La persona parece que ya sepa la respuesta y sólo la quiera confirmar: «Debes de levantarte muchas veces por la noche para ir a vomitar, verdad?«.
- Se hacen varias preguntas morbosas y no sólo una.
- La persona muestra avidez por tener las respuestas que quiere y, cuando ya las tiene, cambia de tema o se va.
Cómp podemos hacer que nos afecte menos
Tenemos derecho a decidir qué información damos a cada persona. Si es necesario nos podemos negar a responder preguntas, y decirlo claramente. Además tampoco debemos dar explicaciones de porque no queremos contestar. Cuando alguien nos haga una pregunta que consideramos morbosa intentemos mantener la calma y le decimos «Esto no te lo contestaré«. Si el motivo es que no queremos, no hay que buscar excusas: «Porque no quiero«.
Es posible que la otra persona se sorprenda o enfade. Sobre todo si está acostumbrada a que le respondan todo. Incluso puede que utilice esta reacción para insistir en la pregunta. En este caso ya podría estar pasando de la curiosidad morbosa al chantaje emocional.
Pongámonos a nosotr@s mism@s como prioridad. Mantener la privacidad va delante de satisfacer su deseo de saber. Pensemos que hay que respetar el derecho de la persona a preguntar lo que quiera (que lo tiene) y, al mismo tiempo, respetar nuestro derecho a no responder (que también lo tenemos). Y es importante hacerlo con firmeza, pero también con educación. De esta manera las personas irán aprendiendo, poco a poco, que no siempre obtienen respuesta a sus preguntas. Sobre todo si nacen de la curiosidad morbosa.
Gracias por tan interesante artículo. Estoy de acuerdo en que la privacidad va por delante de satisfacer las preguntas de los demás en las situaciones de enfermedad grave como lo es el cáncer.
Me pregunto también si se considera morbo cuando las personas ajenas preguntan sobre los afectados a través de los familiares más cercanos. Por ejemplo, uno de los hermanos de mi marido tiene cáncer en etapa terminal el cuál lamentablemente se detectó muy tarde. Un par de viejos amigos con los que tiene como tres meses que no platicamos porque se mudaron a otra ciudad nos preguntaron si podíamos platicar con ellos en línea. Pusimos una fecha porque no podíamos ese mismo día como ellos deseaban. Llegado el día me comuniqué a la hora señalada pero al comentarles que mi marido iba a llegar un poco más tarde de lo planeado pidieron que lo esperara para iniciar la llamada. Después apenas saludarnos y sin ni siquera haber preguntado ¿cómo están? hubo pequeño instante de silencio de parte de ellos y de pronto como cubetazo de hielos la pregunta ¿Y qué saben de «X»? ¡Yo me quedé petrificada! Lo único que se es que está grave y no quiero saber detalles. Me gustaría más ir a visitarlo y ver si podemos pasar un rato agradable con él. A mi marido le gusta escuchar por parte de su cuñada como va el proceso de la enfermedad y conocer los detalles porque sabe que su hermano no quiere platicar de eso. Él empezó a contestar sus preguntas porque siempre piensa que hay que «ser amable». Estos amigos querían más detalles y son buenos para alentar al interlocutor a responder a sus preguntas. Por alguna razón me empecé a sentir extremadamente incómoda e hice una señal a mi marido para que terminara con esta plática «¿morbosa?».
Simplemente no entiendo por qué algunas o tal vez muchas personas quieren conocer tantos detalles cuando saben que ni siquiera está en sus planes visitar al enfermo o llamarle por teléfono o apoyar a los familiares. Tampoco piensan en cómo se sienten los familiares cercanos ante estas situaciones.
Gracias por su atención.
Hola Martha, gracias por su comentario. Por supuesto, el morbo puede expresarse preguntando a otras personas que no son la que tiene cáncer. Lo que es morboso es la actitud y los comentarios. Por eso en bueno saber rechazar estas preguntas.
Me ha parecido muy interesante este artículo. También me he sentido mal al reconocerme en él, pues he pecado hasta el fondo sin ser consciente. Tengo una amiga a la que han diagnosticado de pronto de cáncer de páncreas en estadio IV y para mí fue un shock enterarme. Estuve más de dos semanas sin ser capaz de sonreír, llorando a cada rato. Cuando quedó conmigo me encontré con que ella no era consciente del significado de su diagnóstico, no quería saber, reía e iba al Leroy Merlín a ver azulejos y esta actitud me calmó y lo asimilé.
Cuando me contó que le habían hecho pruebas genéticas debido a su juventud, no pude resistir la curiosidad de preguntarle el resultado. Realmente tenía curiosidad científica por conocer, pero nunca, ni un segundo, me paré a pensar en sus sentimientos al tener yo curiosidad por todo su diagnóstico. Es bastante desagradable darse cuenta de que he tenido esta actitud. Tb entiendo que es humano, pero no por ello es mejor.
Lo comento por si a alguien le pueda ayudar o iluminar.
Pd: no me contestó a mis preguntas médicas. Y no puedo evitar esa curiosidad, de cómo alguien con 40 años de pronto tiene un cáncer de páncreas terminal. Leí todo lo que me encontré, me refiero a artículos médicos y ahora dudo si ha sido por verdadera curiosidad científica o por curiosidad morbosa.
Hola Gloria, gracias por su comentario y por explicar esta historia tan personal que le ha despertado dudas sobre si hizo lo correcto. Lo que marca la diferencia entre una pregunta «morbosa» y una que no lo es, es si hay una preocupación sincera por el estado de la persona a la que le hace esta pregunta. Dicho de otro modo: lo que vamos a hacer con la respuesta: ¿regodearnos, o ver si la podemos ayudar en algo? En el artículo no pretendo que nadie se sienta culpable de nada: en realidad buscar culpables no está en mi forma de trabajar y tampoco sirve de mucho. Más bien es tomar consciencia de que lo que hacemos a veces al preguntar a las personas sobre su cáncer puede ser ofensivo.