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Todo los órganos de nuestro cuerpo están formados por células. Las células se dividen y se renuevan de manera ordenada durante toda la vida. Pero algunas de ellas pueden sufrir una serie de mutaciones que hacen que dejen de funcionar normalmente. Cuando ocurre esto en las células del tiroides, una glándula que tenemos en el cuello, hablamos de cáncer de tiroides.

Cáncer de tiroides - Psicología en Cáncer
Jondolar Schnurr – Pixabay

El tiroides tiene forma de mariposa. Su función es producir unas hormonas que intervienen en el metabolismo: La T3, la T4 y la calcitonina. Así ayuda a regular la temperatura corporal, el nivel de colesterol o la energía disponible para las actividades diarias. Para hacer todo esto el tiroides necesita yodo, un elemento que el cuerpo no produce por si mismo y que obtenemos de la dieta.

La información de esta página NO sustituye la que pueda dar un médico. Está pensada para responder las preguntas más habituales de los pacientes de cáncer de tiroides y sus familiares.

Tipos de cáncer de tiroides

Básicamente se distinguen cuatro tipos de cáncer de tiroides:

  • Carcinoma papilar de tiroides: Se origina en las células foliculares (las que producen hormonas T3 y T4, y una proteína llamada tiroglobulina). Es el tipo más frecuente, con más del 80% de los casos de todos los cánceres de tiroides. Normalmente es un solo nódulo, aunque en 2 de cada 5 casos también puede afectar a los ganglios linfáticos. Es más frecuente en mujeres, y generalmente se detecta antes de que empiece a afectar órganos de alrededor.
  • Carcinoma folicular de tiroides: Representa entre el 5% y el 10% de los tumores de tiroides, y se considera más agresivo que el carcinoma papilar. También és más frecuente en las mujeres. Una vez se ha extirpado la región del tiroides donde había el tumor, se puede analizar para ver si hay que eliminar el resto de la glándula.
  • Carcinoma medular de tiroides: Afecta a otro tipo de célula tiroidal: Las células T, que producen calcitonina. Este tumor representa el 5% de todos los cánceres de tiroides. Habitualmente cuando se detecta ya se ha extendido a regiones de alrededor. El 20% de carcinomas medulares de tiroides son de tipo hereditario.
  • Carcinoma anaplásico de tiroides: Es el tipo menos frecuente. Evoluciona rápidamente y se asocia a un mal pronóstico. Fácilmente se extiende a otras partes del cuerpo en forma de metástasis, sobre todo a los pulmones. Suele aparecer en la tercera edat, y más frecuentmente en mujeres.

Estadísticas del cáncer de tiroides

El cáncer de tiroides es poco frecuente: representa menos del 1% de todos los tumores malignos. En el estado español se diagnostica en 5 de cada 100.000 mujeres y en 2 de cada 100.000 hombres. Suele aparecer a mediana edad y, particularmente el tumor folicular, es más probable en zonas donde la dieta es pobre en yodo: las regiones alejadas del mar. En todo el mundo se pronostica que a lo largo del año 2018 se habrán diagnosticado cerca de 567.000 casos (Fuente: Globocan).

La supervivencia a los 5 años és del 97% a nivel global. Eso significa que casi todas las personas que reciben el diagnóstico siguen vivas 5 años después. Esta supervivencia disminuye cuanto más avanzada está la enfermedad al diagnosticarse. En estadios avanzados es del 58%. También depende del tipo de tumor (es más alta en carcinomas papilares y foliculares, y muy baja en carcinomas medulares y anaplásicos), de la edad (la supervivencia es más alta en pacientes jóvenes) y del tamaño del tumor (la supervivencia es más alta si el tumor es pequeño).

Prevención del cáncer de tiroides

A día de hoy todavía no se conocen las causas del cáncer de tiroides. Por eso no hay medidas de prevención. Sí que se han identificado algunos factores de riesgo: situaciones que hacen aumentar la probabilidad de tener la enfermedad:

Prevención del cáncer tiroideo
Mahmoud Ahmed – Pixabay
  • Exposición a radiaciones: En personas que han recibido radioterapia por algun cáncer previo (incluso décadas antes), el riesgo de tener cáncer de tiroides es más elevado.
  • Factores genéticos: El carcinoma medular tiene un patrón hereditario en el 20-25% de los casos. Y el carcinoma papilar también puede deberse, ocasionalmente, al Síndrome de Gardner (una variante de la poliposis adenomatosa familiar) o a la Enfermedad de Cowden (con la que aparecen tumores no cancerosos en varias partes del cuerpo, llamados hamartomas).
  • Dieta baja en yodo: Se asocia a un aumento del riesgo a tener carcinomas papilares y foliculares. Si la dieta normal es pobre en yodo, se puede consumir sal yodada, que venden en cualquier supermercado, en vez de sal normal.

Síntomas del cáncer de tiroides

El síntoma más destacado del tumor de tiroides es la palpación de una masa en la parte de delante del cuello. El tiroides sano no es palpable: cuando se detecta una masa es cuando se puede llevar a cabo un proceso de diagnóstico. Si el tumor está avanzado pueden aparecer otros síntomas, como dolor en la parte delantera del cuello, o dificultad para tragar. También puede haber ronquera si el tumor afecta a las cuerdas vocales.

Todos estos síntomas pueden estar causados por muchas enfermedades que no son un tumor. Si se presenta alguno, es importante consultar al médico inmediatamente: El médico es el único profesional que puede saber si un síntoma está provocado por un cáncer o no.

Diagnóstico del cáncer de tiroides

La mayoría de nódulos que se detectan en el tiroides son benignos. Incluso es probable que no constituyan un tumor. Pero cuando los síntomas hacen pensar en un cáncer los médicos hacen estas pruebas:

  • Análisis de sangre: Permite saber los niveles de hormonas tiroidales (T3, T4, TSH y tiroglobulina). No es una prueba dolorosa, más allá del pinchazo con la aguja.
  • Ecografía tiroidal: Es la prueba más determinante. Con un aparato se observa, desde fuera, el tamaño del tiroides, sus nódulos (si los hay y si són grandes) y su composición. Es una prueba indolora y ofrece un resultado immediato.
  • Punción-aspiración con aguja fina (PAAF): Si se detecta algun nódulo, se introduce una aguja a través de la piel y se obtienen células para observar en el microscopio. Es una prueba poco dolorosa y por la que no se requiere ingreso hospitalario. Pero es posible que tenga que repetirse si el resultado no es concluyente (es decir, si no permite asegurar la existencia o la ausencia de un tumor).
  • Biopsia: Si con la PAAF no se obtiene suficiente información, se puede hacer una pequeña intervención quirúrgica, con anestesia, para obtener una muestra de células del tiroides y analizarlas en el laboratorio. Así se determina si se trata de un tumor y, en este caso, de qué tipo.
  • Gammagrafía tiroidal: La gammagrafía tiroidal permite ver el funcionamiento del tiroides. El paciente recibe una sustancia por vía oral o intravenosa y, cuando llega a la glándula, se observa qué partes funcionan y cuáles no.
  • Otras pruebas: Si se confirma que hay un cáncer se pueden hacer otras pruebas. Por ejemplo, un TAC de tórax y abdomen (un conjunto de radiografías que, cuando se juntan, permiten ver varios órganos con mucha precisión) o una gammagrafía ósea (para ver los huesos). Estas pruebas ayudan a detectar la posible presencia de metástasis: tumores que se han formado en otras partes del cuerpo a partir del cáncer de tiroides.

Estadios del cáncer de tiroides

Para el cáncer de tiroides se usa la clasificación TNM. Para cada paciente se evalúa el tamaño del tumor (T), la afectación de ganglios linfáticos (N) y la presencia o no de metástasis (M). Los ganglios linfáticos son pequeñas cavidades repartidas por todo el cuerpo que recogen un líquido llamado linfa. El sistema linfático contribuye a las defensas del cuerpo ante muchas enfermedades.

Una vez se combinan los datos de estos tres elementos en el paciente, se sabe en qué estadio se encuentra su enfermedad. El estadio determina el tratamiento a seguir, y la probabilidad de que este sea eficaz.

Estadios del carcinoma papilar o folicular en personas menores de 45 años

  • Estadio I: El tumor puede haber afectado -o no- los ganglios linfáticos, pero no ha hecho metástasis (no se ha extendido a otras partes del cuerpo).
  • Estadio II: El tumor puede haber afectado -o no- los ganglios linfáticos, y ya ha hecho metástasis (se ha extendido a otras partes del cuerpo).

Estadios del carcinoma papilar o folicular en personas de 45 años o más

Tatiana – Pixabay
  • Estadio I: El tumor es pequeño y no ha afectado ni los ganglios linfáticos ni otras partes del cuerpo (no ha hecho metástasis).
  • Estadio II: El tumor tiene un volumen medio y no ha afectado ni los ganglios linfáticos, ni ha hecho metástasis.
  • Estadio III: El tumor es grande (más de 4 centímetros) pero no ha salido del tiroides, ni ha afectado los ganglios linfáticos, ni se ha extendido a otras partes del cuerpo. O bien es un tumor de menos de 4 centímetros que ha afectado los ganglios linfáticos pero todavía sin llegar a otras partes del cuerpo.
  • Estadio IV: Este estadio se divide en 3 subestadios, en los que el tumor es de tamaño grande, puede haber afectado zonas de alrededor y ganglios linfáticos, o se trata de un tumor de cualquier tamaño que ha hecho metástasis a partes del cuerpo alejadas.

Estadios del carcinoma medular

  • Estadio I: El tumor es pequeño y no ha afectado ni los ganglios linfáticos ni otras partes del cuerpo (no ha hecho metástasis).
  • Estadio II: El tumor tiene un volumen medio y no ha afectado los ganglios linfáticos ni ha hecho metástasis.
  • Estadio III: El tumor tiene un tamaño destacable pero no ha salido del tiroides. Ha afectado los ganglios linfáticos regionales, pero no se ha extendido a otras partes del cuerpo.
  • Estadio IV: Este estadio se divide en 3 subestadios, en los que el tumor es de tamaño grande, puede haber afectado zonas de alrededor y ganglios linfáticos, o se trata de un tumor de cualquier tamaño que ha hecho metástasis a partes del cuerpo alejadas.

Estadios del carcinoma anaplásico

Dada su gravedad y mal pronóstico, los carcinomas anaplásicos de tiroides se clasifican siempre dentro del Estadio IV. En este caso se hace en alguno de los subestadios siguientes:

  • Estadio IVa: El tumor ha afectado estructuras de alrededor y puede haber llegado -o no- a los nódulos linfáticos, pero no se ha extendido a partes distantes del cuerpo (no ha hecho metástasis).
  • Estadio IVb: El tumor ha afectado estructuras más allá de las de alrededor y puede haber llegado -o no- a los nódulos linfáticos, pero no ha hecho metástasis.
  • Estadio IVc: Hay metástasis a distancia, independientemente de la extensión local y de los ganglios linfáticos.

Tratamiento del cáncer de tiroides

Como en otros tipos de cáncer, el tratamiento del tumor de tiroides depende del grado de extensión, de la malignidad y del tipo de células afectadas.

En esta sección se explica, primero, le estrategia terapéutica para cada tipo de cáncer de tiroides. A continuación se detalla en qué consisten los procedimientos más importantes: la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia y las terapias dirigidas.

Antes de empezar el tratamiento el paciente firma un documento llamado consentimiento informado. En él se explica en qué consiste el tratamiento, qué profesional lo conducirá, y cuáles son sus posibles efectos secundarios. Con su firma el paciente reconoce que ha sido informado y que acepta el procedimiento. Es el momento de hacer al médico las preguntas necesarias (como cuánto tiempo se tarda en recuperarse, o si debe dejar de tomar algun medicamento habitual). El profesional de la salud responderá cualquier duda que se le formule.

Tratamiento de los tumores localizados

Tratamiento del cáncer de tiroides
Fernando Zhiminaicela – Pixabay

El tratamiento de elección es la cirugía. Si el tumor es de tamaño grande, afecta a ambos lóbulos del tiroides, ha empezado a extenderse o el paciente tiene más de 45 años se hace una tiroidectomía total (extirpación del tiroides entero). Eso es porque estos factores se consideran de mal pronóstico. En tumores más pequeños o de buen pronóstico se puede hacer una hemitiroidectomía, con la que se extirpa sólo un lóbulo. En carcinomas medulares o cuando se palpan nódulos en los ganglios linfáticos locales, estos también se extirpan.

Pocas semanas después de la cirugía se hace un tratamiento con yodo radiactivo, que ayuda a detectar células tumorales invisibles a los ojos del cirujano, para eliminarlas también. Sólo se lleva a cabo si existen factores de mal pronóstico. También puede hacerse un tratamiento hormonal de supresión de la hormona estimulante del tiroides: la presencia de esta hormona podría hacer que el cáncer se reprodujera.

Los tumores de tiroides localizados nunca se tratan con quimioterapia. La radioterapia sólo se utiliza si hay factores de mal pronóstico.

Tratamiento de los tumores recurrentes o metastásicos

A veces el tumor reaparece en la parte de la glándula que se había dejado intacta (recurrencia), o en otras partes del cuerpo más alejadas (metástasis). En este caso los tratamientos son los siguientes:

El yodo radiactivo (I-131) identifica y destruye las células tumorales por un mecanismo llamado ablación. Este procedimiento se puede ir repitiendo una o dos veces al año, siempre que se compruebe que funciona. Se puede añadir la cirugía, como se hacía con los tumores localizados, o la supresión de la hormona estimulante del tiroides.

Cuando el tratamiento con yodo radiactivo no funciona, las opciones pasan por la quimioterapia con doxorubicina, que es moderadamente eficaz. La doxorubicina forma parte de las antraciclinas, medicamentos que detienen la división de las células tumorales (más adelante explicaremos sus efectos secundarios). De todos modos en cáncer de tiroides la quimioterapia se usa cada vez menos. La radioterapia también se utiliza muy poco, sólo como tratamiento paliativo para controlar el dolor o las metástasis óseas.

En los últimos años se está desarrollando una nueva línea de tratamientos: Las terapias dirigidas. En cáncer de tiroides se utilizan el sorafenib (en forma de pastilla, dos veces al día), el lenvatinib (una dosis diaria por via oral), y cuando estos no se pueden usar, se opta por el sunitinib. Más adelante explicaremos los efectos adversos de todos ellos.

Para el carcinoma medular de tiroides se usan el vandetanib y el cabozantinib, ambos en forma de pastilla. Y en carcinoma anaplásico, el de peor pronóstico, no hay tratamientos curativos disponibles. Pero se están haciendo ensayos clínicos que podrían dar resultados muy pronto.

Aspectos generales de la cirugía

Para algunas personas pasar por el quirófano es una experiencia estresante. Es normal vivirlo con sensación de no saber qué ocurrirá: el quirófano es un lugar desconocido, con personas desconocidas, y el paciente estará dormido durante todo el rato. Este artículo puede ayudar a reducir la ansiedad de pasar por el quirófano para operarse del cáncer.

Unas semanas antes de la intervención se hace el llamado preoperatorio. Se trata de un estudio para comprobar si el paciente está preparado para someterse a la anestestia y a la intervención quirúrgica. Las pruebas más habituales en un preoperatorio son un análisis de sangre, un electrocardiograma (estudio para ver el funcionamiento del corazón) una radiografía de tórax y una entrevista con el anestesista. Para el preoperatori no es necesario ingresar en el hospital. Se puede hacer en una visita médica. Es en esta visita cuando se suele firmar el consentimiento informado.

Para la intervención quirúrgica propiamente se anestesia al paciente y se abre la región que hay que intervenir para extirpar el tumor. Se practica con anestesia general: el paciente se duerme y no nota ningun tipo de dolor). Mientras tanto su familia puede esperar en el área exterior del quirófano o en la habitación del hospital.

La duración de la intervención es variable, porque depende de muchas cosas. Una vez hecha, el paciente pasa a reanimación, donde despierta de la anestesia. Durante este intervalo, que suele ser de unas pocas horas, está controlado por el personal sanitario permanentemente. Luego regresa a la habitación para recuperarse durante unos días. Allí el personal de enfermería le explicará si hay que hacer alguna cura, o qué precauciones hay que tener en cuenta.

Con la cirugía del cáncer de tiroides las secuelas más frecuentes son:

  • Hipotiroidismo: Cuando se extirpa el tiroides, este ya no puede producir las hormonas que el cuerpo necesita. Algunos síntomas del hipotiroidismo son la fatiga, el aumento de peso o la intolerancia al frío. Afortunadamente la falta de estas hormonas se puede compensar con un tratamiento farmacológico, que durará toda la vida.
  • Parálisis de las cuerdas vocales: El nervio que controla las cuerdas vocales pasa muy cerca del tiroides. A veces se puede ver afectado por el tumor o por la cirugía. Si sólo queda afectado de un lado, aparece ronquera al hablar y dificultad para respirar con el ejercicio extremo. La rehabilitación ayuda a mejorar parcialmente.
  • Hipoparatiroidismo: Las paratiroides son otras glándulas que se encuentran dentro del tiroides. También producen hormonas. Al extirparse, estas hormonas deben sustituirse por pastillas, durante toda la vida.

Aspectos generales de la radioterapia

Radioterapia para el tumor de tiroides
Michal Jarmoluk – Pixabay

La radioterapia se hace con una máquina llamada acelerador lineal, que envía rayos X con mucha potencia hacia el tumor para destruir sus células. Para el cáncer de tiroides tiene finalidad paliativa (de control del dolor).

Antes de empezar se hace una planificación. El especialista, el oncólogo radioterapeuta, calcula la dosis de radiación necesaria para el tratamiento. También puede marcar con un rotulador permanente la parte del cuerpo exacta que hay que irradiar: así, aunque el tratamiento no lo haga el mismo médico cada día, cualquier profesional sabe qué debe hacer con cada paciente.

La radioterapia es un tratamiento local y muy preciso: se selecciona la parte del cuerpo a irradiar, y las zonas colindantes reciben una radiación mínima. El tratamiento puede necesitar muchas sesiones, lo que significa hacer muchos viajes al hospital. Pero cada sesión sólo dura unos minutos. Además, es indolora para el paciente.

Los efectos secundarios de la radioterapia son: quemaduras locales en la piel de la zona irradiada, fatiga, náuseas y vómitos. El médico suele administrar medicamentos para evitar los vómitos y puede recomendar productos de aplicación local para los demás síntomas. Conviene recordar que el paciente NO emite radiación después de recibir el tratamiento, de manera que no hay problema con que esté cerca de otras personas, incluyendo niños.

Aspectos generales de la quimioterapia

Hemos dicho que la radioterapia es un tratamiento local: Sólo afecta la zona irradiada. Pero la quimioterapia es un tratamiento sistémico. Para el cáncer de tiroides se administra por via oral (en forma de pastilla). El medicamento pasa a la sangre y se distribuye por todas las células del cuerpo. El tratamiento se divide en ciclos. Un ciclo es el período de tiempo que incluye la administración de una dosis y los días de recuperación posteriores.

La acción de la quimioterapia en las células sanas es inevitable, y es la que explica sus efectos adversos: la caída del cabello, las náuseas y vómitos y la pérdida del apetito. También puede alterar algunos componentes de la sangre. El descenso de glóbulos rojos puede provocar anemia y fatiga; el descenso de glóbulos blancos incrementa el riesgo de infecciones y la bajada de plaquetas facilita las hemorragias y hace que las heridas cicatricen más lentamente.

Hay otros efectos secundarios de la doxorubicina (utilizada en el cáncer de tiroides): fiebre, insomnio, alteraciones cardiovasculares, sofocos o diarrea. Estos síntomas no aparecen siempre, ni lo hacen con la misma intensidad, y se pueden controlar con la medicación que receta el médico. Suelen desaparecer entre unos días y unos meses después de acabar el tratamiento.

Durante el tratamiento se hacen a menudo análisis de sangre para comprobar que el paciente está suficientemente bien como para tolerarlo. Si algun componente de la sang tiene niveles muy bajos se puede esperar unos días para darle tiempo a recuperarse, o hacer una transfusión.

La estrategia terapéutica puede incluír la participación en un ensayo clínico. El paciente y el oncólogo pueden decidir, conjuntamente, probar un tratamiento experimental si los datos disponibles sugiren que el pacient se puede beneficiar.

Aspectos generales de las terapias dirigidas

Las terapias dirigidas reciben este nombre porque se dirigen específicamente a partes concretas de las células tumorales, para impedirles algunas funciones. En tumores de tiroides se utilizan los inhibidores de la tirosina cinasa:

El sorafenib puede provocar alteraciones digestivas (náuseas, vómitos, diarrea), dermatitis, picor o un síntoma característico llamado síndrome de la mano-pie: la disminución de la sensibilidad en las extremidades. El lenvatinib tiene efectos secundarios como la diarrea o la hipertensión.

Impacto psicológico del cáncer de tiroides

Impacto psicológico del cáncer de tiroides
Fernando Zhiminacela – Pixabay

Recibir un diagnóstico de cáncer conlleva reacciones emocionales muy diversas. La mayoría de pacientes lo viven con sensación de amenaza, rabia, tristeza e incertidumbre. Son reacciones normales, y ayudan a encajar la noticia. Se pueden mezclar entre ellas, y combinarse con la esperanza y el optimismo. Es habitual preguntarse «¿Por qué me ha ocurrido a mi?«, pero no hay ningun motivo por el que una persona tiene cáncer y otra no. Aunque se conozcan factores de riesgo, no podemos saber qué ha causado el cáncer en una persona concreta.

Si te han diagnosticado cáncer de tiroides, date permiso a ti mismo/a para enfadarte, llorar, tener miedo o querer estar solo/a cuando el cuerpo te lo pida. Son reacciones totalmente normales.

El tiempo y el apoyo social ayudan a afrontar la enfermedad y el tratamiento. Cada persona lo vive a su manera: hay quien lo afronta con optimismo y espíritu de lucha, otros se desesperan, y otros se resignan. Todos estos estilos son igualmente respetables. Algunas personas del entorno pueden intentar animar con frases como «todo irá bien» o «tienes que ser optimista«, pero sólo la persona afectada sabe realmente lo difícil que es esta situación. Los pacientes se sienten más ayudados si saben que sus personas de referencia están disponibles: para acompañarles al hospital, par ir a comprar, por cuidar a los hijos o los nietos, etc.

El cáncer provoca cambios importantes, y a muchos niveles. La autoimagen se puede ver afectada, algunos tratamientos dejan cicatrices o provocan aumento de peso o caída del cabello, etc. También cambian las rutinas y los horarios. Habrá que tomas decisiones en algunos aspectos: coger la baja laboral, hablar con los hijos de la enfermedad, etc.

En lo referido a la relación con la pareja, es muy importante la comprensión y la comunicación. La pareja del paciente puede ser un gran apoyo, pero posiblemente necesite que la orienten sobre cómo puede ayudar en cada momento. Los cambios en el cuerpo (como las cicatrices de la cirugía), la fatiga o las alteraciones emocionales pueden afectar a la sexualidad.

Aspectos psicológicos del cáncer avanzado

A veces los tumores del tiroides se detectan en un estadio avanzado, cuando la enfermedad ya no se puede curar. Pero eso no significa que ya no haya nada que hacer. El tratamiento paliativo ayudará a controlar los síntomas como el dolor y la preocupación, y a mantener la calidad de vida tanto como sea posible.

Aceptar que se acerca el final no es fácil, ni para el paciente ni para su familia. Los síntomas y la percepción de cada vez se depende más de los demás causan preocupación. En este punto algo que proponemos los psicólogos a los pacientes es hacer un repaso vital: Muchas personas al final de la vida se quedan más tranquilas si concluyen que su vida ha tenido sentido y que han podido dejar cerrados los temas que les preocupaban.


Esta información se ha elaborado con fuentes obtenidas de la Sociedad Española de Oncología Médica, Asociación Española Contra el Cáncer, National Cancer Institute, International Agency for Research on Cancer, y aportaciones propias de la experiencia profesional en Psicooncología.

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