Tipos de cáncer de testículo
Todos los órganos de nuestro cuerpo están formados por células. Las células se dividen y se renuevan de manera regular a lo largo de nuestra vida. Pero alguna de estas células puede sufrir una serie de mutaciones que hacen que no funcione con normalidad. Cuando esto ocurre en las células del testículo, el órgano que se encarga de fabricar los espermatozoides y la testosterona -hormona sexual masculina-, hablamos de cáncer de testículo.
Los cánceres de testículo se clasifican de la siguiente manera:
- Seminoma: Representa el 50% de los tumores en este órgano. Afecta la parte interior del testículo y su crecimiento es relativamente lento. Suele aparecer en la edad adulta.
- No seminoma: Se propaga más rápidamente y puede tomar varias formas: carcinoma embrionario (el tipo más frecuente, aunque suele crecer mezclado con otros tipos), coriocarcinoma (poco frecuente pero más agresivo), o teratoma.
Estadísticas del cáncer de testículo
A nivel mundial, en 2012, se diagnosticaron 55.266 casos (fuente: IARC). En el estado español fueron 823 casos. La edad de mayor riesgo es entre los 15 y los 35 años. Es más frecuente en los países del norte de Europa y poco habitual en hombres negros y asiáticos.
La supervivencia depende del tipo de tumor del que se trata, pero suele ser muy alta: entre el 90 y el 100% 5 años después del diagnóstico en el caso del seminoma. Este es un efecto de la mejora de los tratamientos. En cuanto a los no seminoma la supervivencia es más variable, y depende de la localización del tumor. Puede oscilar entre el 50% y el 90%.
Prevención del cáncer testicular
No se han identificado medidas de prevención para el cáncer de testículo, ya que no se conocen las causas. Sí que tiene asociados una serie de factores de riesgo: situaciones que hacen que aumente la probabilidad de tener la enfermedad:
- Criptorquídia: Durante la gestación los testículos están dentro del abdomen. Habitualmente bajan al escroto (la bolsa que los recubre, que es su ubicación definitiva) poco antes del nacimiento. Cuando no bajan -fenómeno conocido como criptorquídia-, aumenta el riesgo de tener cáncer de testículo.
- Factores hereditarios: En casos muy poco frecuentes se sospecha de un factor hereditario, cuando ha habido varios miembros de una misma familia afectados. De todas formas los factores genéticos que lo provocan aún no son del todo conocidos.
Lo que sí se recomienda a los jóvenes de entre 15 y 35 años es que se hagan autoexploraciones de los testículos, una vez al mes, y que acudan al médico si detectan cambios en el tamaño o la forma, o si notan un bulto de nueva aparición.
Síntomas del cáncer en el testículo
El cáncer de testículo no suele dar síntomas muy visibles. El hombre puede notar alguno cuando se palpa, lo que le motiva a ir al médico. En este caso los más habituales son los siguientes:
- Presencia de un bulto o inflamación en el testículo (que no tiene por qué ser doloroso).
- Sensación de pesadez en el escroto.
- Cambio de la forma o el tamaño de un testículo, o de los dos.
- Dolor en la parte baja del abdomen o en la ingle.
Todos estos síntomas pueden estar causados por muchas enfermedades que no son un tumor. Si notas alguno, es muy importante que vayas al médico.
Diagnóstico del cáncer de testículo
Cuando hay síntomas que hacen pensar en un cáncer se pueden realizar las siguientes pruebas:
- Exploración: El médico hace una historia clínica y busca posibles masas detectables desde el exterior, en el testículo o en el resto del cuerpo.
- Análisis de sangre: Permite ver el funcionamiento general del cuerpo, sobre todo del hígado y los riñones y contar los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y las plaquetas. También se buscan marcadores tumorales, sustancias que habitualmente están presentes en la sangre pero que cuando una persona tiene cáncer pueden estar elevados (aunque esto no siempre ocurre). Son la alfafetoproteína, la gonadotropina coriónica humana y el lactato deshidrogenasa. También sirven para analizar si el tratamiento está funcionando.
- Ecografía testicular: Es una prueba no invasiva y no dolorosa, con la que, desde el exterior, se puede ver el tamaño y forma del testículo para detectar posibles tumores. A veces las anomalías se identifican comparando un testículo con el otro.
- Escáner o TAC: El TAC (Tomografía Axial Computerizada) son una serie de radiografías que, cuando se juntan, permiten ver varios órganos con mucha precisión. Ayuda a ver si el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos (unas pequeñas bolsas que tiene todo el mundo y que sirven para recoger desechos que hay que eliminar) o bien a los órganos de alrededor. El paciente se pone en una camilla que se mueve y pasa por un círculo. Este círculo da vueltas y hace las radiografías. La prueba no es dolorosa, pero requiere estar completamente quieto mientras se hace.
- Otras pruebas: Si hay sospechas de que el tumor puede haber hecho metástasis (se puede haber extendido a otras partes del cuerpo) se puede hacer una resonancia magnética cerebral (para buscar estas metástasis en el cerebro) o una gammagrafía ósea (para buscarlas en los huesos). Ninguna de estas pruebas es dolorosa.
La biopsia, procedimiento habitual para estudiar el tipo de tumor y su malignidad en muchos cánceres, no se suele practicar en el caso del cáncer de testículo, ya que podría hacer que el tumor se extendiera a otras regiones. Si es necesario obtener esta información se puede extirpar el testículo para analizarlo en el laboratorio.
Todas estas pruebas pueden causar una cierta ansiedad al paciente, ya que implican mostrar partes del cuerpo muy íntimas a personas desconocidas. Los profesionales de la salud lo tienen en cuenta y trabajan con total discreción y respeto hacia el paciente.
Tratamiento del cáncer de testículo
El tratamiento de la persona con tumor testicular dependerá de la extensión de la enfermedad y del tipo de tumor (seminoma o no seminoma). La cirugía es el tratamiento prioritario, seguido de quimioterapia según el estadio del cáncer.
Antes de iniciar cualquier estrategia terapéutica el paciente firma un documento llamado consentimiento informado. Se trata de una hoja donde se explica en qué consiste el tratamiento, quién lo hará, y qué riesgos y efectos secundarios puede tener. Con la firma el paciente reconoce que ha sido informado y que acepta el procedimiento. Es el momento de hacer al médico las preguntas necesarias (como cuánto tiempo se tarda en recuperarse o si se ha de dejar de tomar algún medicamento habitual), aunque sean preguntas que parecen poco importantes.
Cirugía
La cirugía es el tratamiento de primera opción. Se practica una orquiectomía (extirpación del testículo afectado, o de los dos si ambos tienen tumor). La extirpación no se hace a través del escroto, ya que podría contribuir a esparcir las células tumorales a otras partes del cuerpo. Se lleva a cabo a través de la ingle. A menudo, también se extirpan los ganglios linfáticos cercanos para ver si están afectados. Su afectación indicaría que el cáncer se puede haber extendido a otros órganos, o que puede estar a punto de hacerlo.
Tratamiento del cáncer de testículo en Estadio I
El estadio I es el que indica que solamente está afectado el testículo.
- Seminoma: Habitualmente la cirugía es curativa por sí sola, por lo que no hay que hacer ningun otro tratamiento. En este caso se mantiene la observación (seguimiento). Pero en algunos pacientes el riesgo de recidiva es más elevado: aquellos en que el tumor mide más de 4 centímetros o ha afectado a la red de conductos alrededor del testículo. En este caso se pueden administrar una o dos dosis de quimioterapia con un medicamento llamado carboplatino. Limitar esta opción sólo a los pacientes que se cree que pueden recaer ayuda a prevenir riesgos, como la aparición de nuevos tumores al cabo de unos años.
- No seminoma: También suele bastar con la cirugía y mantenimiento de la vigilancia. Pero algunos pacientes (cerca del 30%) tienen riesgo de que el cáncer invada los vasos sanguíneos y se reproduzca. En este caso habría que hacer un tratamiento con quimioterapia con un esquema llamado BEP (siglas de los 3 fármacos que lo componen: bleomicina, etopósido y cisplatino). La dificultad es que no se sabe qué pacientes tienen más riesgo, y esta opción terapéutica podría tener consecuencias a largo plazo. Por lo tanto la decisión del tratamiento se toma conjuntamente entre el equipo médico y el paciente, evaluando las ventajas y los inconvenientes de cada opción.
Tratamiento del cáncer de testículo en Estadio II
En los pacientes en Estadio II están afectados los ganglios del retroperitoneo (la parte de detrás de la cavidad abdominal).
- Seminoma: Se trata con quimioterapia, haciendo 3 ciclos de la combinación llamada BEP, o 4 ciclos de EP (etopósido y cisplatino). A veces pueden quedar restos de ganglios linfáticos o de retroperitoneo afectados. Si esto ocurre, la decisión depende del tamaño de estas masas. Si hacen menos de 3 cm se dejan y se mantiene la vigilancia. Si hacen más de 3 cm se debe confirmar que, efectivamente, son enfermedad cancerosa. La confirmación se hace a través de una tomografía por emisión de positrones (PET): Se inyecta un contraste y se observa la actividad metabólica del tumor en tiempo real a través de una pantalla. No es una prueba dolorosa, salvo el pinchazo para inyectar el contraste.
- No seminoma: Se suelen administrar 3 ciclos de BEP. También pueden quedar restos en los ganglios linfáticos o en el retroperitoneo pero, en este caso, la PET está contraindicada. Si las masas hacen más de 1 cm se extirpan.
Tratamiento del cáncer de testículo en Estadio III
El cáncer de testículo en Estadio III significa que ha hecho metástasis a distancia (generalmente al cerebro) o bien que los marcadores tumorales se encuentran muy elevados.
En este caso el tratamiento es similar tanto si el tumor es un seminoma como si es un no seminoma. Los pacientes de pronóstico favorable (poco riesgo de recaída percibido por el equipo médico) se suelen hacer tres sesiones de quimioterapia con BEP o cuatro de EP, como se hacía con los pacientes en Estadio II. Si el pronóstico es menos favorable se hacen cuatro ciclos de BEP y se plantea el uso de otros fármacos de quimioterapia. En cuanto a los posibles tumores, se tiene en cuenta la posibilidad de extirparlo, incluso si son metástasis cerebrales.
Tratamiento de las recaídas del cáncer de testículo
En algunos pacientes el tratamiento habitual no es suficientemente eficaz, o bien no impide que la enfermedad vuelva un tiempo después. En esta situación se sigue un tratamiento con quimioterapia basado en medicamentos diferentes: el esquema VIP (vinblastina, ifosfamida y cisplatino) o TIP (paclitaxel, ifosfamida y cisplatino). Previamente se puede extraer médula ósea del paciente (mediante una punción en la columna vertebral) y reinyectársela después del tratamiento. La médula ósea viene a ser la fábrica de la sangre. La quimioterapia la podría dañar, y su extracción y posterior reintroducción es una manera de preservarla y evitar enfermedades posteriores.
Cabe recordar que la quimioterapia es un tratamiento sistémico. Su objetivo es destruir las células tumorales, pero como también llega a las sanas, produce notables efectos secundarios.
Estos efectes secundaris son la caída del cabello, las náuseas y vómitos y la pérdida del apetito. También hace bajar varios componentes de la sangre. El descenso de glóbulos rojos se relaciona con la anemia y la fatiga; el descenso de glóbulos blancos incrementa el riesgo de infecciones y la bajada de plaquetas facilita las hemorragias y hace que a las heridas les cueste más cicatrizar. Estos síntomas no aparecen siempre y se pueden controlar con la medicación que receta el médico. Suelen desaparecer entre unos días y unos meses después de terminar el tratamiento.
Un efecto secundario destacado de la quimioterapia para el cáncer de testículo es la esterilidad. Esta puede ser preocupante debido a que se trata de pacientes jóvenes. En algunos casos la esterilidad es reversible, y la capacidad reproductiva se recupera un tiempo después del tratamiento. El médico puede informar sobre si hay alternativas para preservar la capacidad de tener hijos, como la congelación de esperma.
Seguimiento tras el tratamiento
El cáncer de testículo puede tener una recaída, en forma de tumor en el testículo que se había dejado intacto. Para prevenirlo se hacen controles que inicialmente son muy frecuentes (cada 1 o 2 meses) y, posteriormente, se van espaciando. Muchos médicos valoran abandonar el seguimiento pasados 10 años si no ha habido recaída, y otros prefieren mantenerlo toda la vida. A los controles se hacen análisis de sangre para evaluar los marcadores tumorales y, ocasionalmente, una ecografía testicular y un TAC como se hicieron en el momento del diagnóstico.
Impacto psicológico y en la sexualidad del cáncer de testículo
El diagnóstico de cáncer conlleva reacciones muy diversas. La mayoría de pacientes lo viven con sensación de amenaza, rabia, tristeza e incertidumbre. Estas reacciones son normales y ayudan a encajar la noticia. Es habitual preguntarse «¿Por qué me ha ocurrido a mi?«, pero no hay ningun motivo por el que una persona tiene cáncer y otra no. Sí que hay factores de riesgo, a veces asociados al estilo de vida. Pero se tienen en cuenta para la población en conjunto, y no para las personas a nivel individual.
Para aprender a hacer frente a la enfermedad y el tratamiento se necesita tiempo y apoyo social. A pesar de que algunas personas del entorno pueden intentar animar con frases como «Todo irá bien» o «tienes que ser optimista«, sólo la persona afectada sabe lo difícil que es esta situación. Para otra persona cuesta mucho imaginar. Es más eficaz estar disponible para ayudar: acompañar a la persona al hospital, etc. Puede haber cambios a nivel personal y familiar, nuevas rutinas, etc. Habrá que decidir aspectos como si se debe continuar trabajando o no.
Manejar los cambios en la autoimagen y la fertilidad
El cáncer de testículo afecta especialmente la autoimagen masculina. Los testículos son un elemento muy importante de la identidad como hombre, y su extirpación quirúrgica puede hacer pensar, a muchos pacientes, que son menos hombres. Pueden necesitar un tiempo antes de verse capaces de ponerse desnudos ante su pareja y recuperar las relaciones sexuales. Cada hombre tiene su ritmo, y es importante respetarlo.
Existe la posibilidad de colocar prótesis que imitan el testículo, de tal manera que, exteriormente, no hay signos visibles de su ausencia. Esta es una elección personal. Tanto si se hace o no, recuperar la satisfacción con el propio cuerpo puede llevar tiempo y hay que hacerlo poco a poco. Por ejemplo, siguiendo este esquema que se basa en dar un paso cada día (aunque se puede personalizar):
- Ponerse, primero, frente al espejo solo (sin compañía) y vestido. Permanecer 5 minutos.
- Ponerse delante del espejo con ropa interior, también durante unos 5 minutos.
- Posteriormente, mirarse al espejo sin ropa.
- Repetir el paso anterior tocándose la zona del escroto, para acostumbrarse al cambio de volumen (si ha habido este cambio).
- Volver a hacer este último paso en presencia de la pareja.
Habitualmente es un solo testículo el que resulta afectado por el cáncer. Más allá de los problemas de fertilidad derivados de la quimioterapia, tener un solo testículo no perjudica la fertilidad, ni la erección ni la eyaculación. Por lo tanto el funcionamiento sexual no tiene por qué verse afectado a nivel funcional (sí a nivel psicológico, por los problemas de autoimagen). En cambio si resultan afectados los dos testículos, se pierde la fertilidad (no se pueden tener hijos) de manera permanente, así como la eyaculación. En este caso el médico también sugiere un tratamiento con testosterona, ya que los testículos eran los responsables de fabricarla. La testosterona es la hormona responsable de las características sexuales masculinas: crecimiento del vello, agravamiento de la voz y desarrollo muscular.
El cáncer testicular en estadios avanzados
Aúnque el cáncer de testículo es uno de los de mejor pronóstico, a veces el tratamiento no lo puede curar. Esto no significa que ya no haya nada que hacer. Se puede intentar mantener la calidad de vida tanto como sea posible, con la ayuda del tratamiento paliativo. Y aprovechar el tiempo para estar con las personas queridas, visitar lugares nuevos, aprender, experimentar, etc. Muchas personas al final de la vida se quedan más tranquilas si concluyen que su vida ha tenido sentido.
En esta etapa el tratamiento multidisciplinar toma más sentido que nunca. El equipo profesional, formado por médicos, enfermeros/as, psicólogos y trabajadores/as sociales analizan la situación de cada persona y toman las decisiones junto con el paciente y su familia. El objetivo es controlar los síntomas y mantener el confort y la dignidad tanto como sea posible.
Esta información se ha elaborado con fuentes obtenidas de la Sociedad Española de Oncología Médica, Asociación Española Contra el Cáncer, National Cancer Institute, International Agency for Research on Cancer, y aportaciones propias de la experiencia profesional en Psicooncologia.