Tipos y estadísticas del cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón es el tumor que aparece en uno o en ambos pulmones, los principales órganos respiratorios. Los pulmones se encuentran en el tórax y participan en el intercambio de gases recogiendo el oxígeno para enviarlo a la sangre, y cogiendo el anhídrido carbónico que se debe expulsar. La clasificación del cáncer de pulmón se hace en función del tamaño de las células que afecta. El cáncer de pulmón de célula pequeña (o microcítico) representa el 20% de los diagnósticos de esta enfermedad. Es un tipo de tumor muy agresivo y de crecimiento rápido, que se inicia en el interior del pulmón.
El resto de cánceres de pulmón afectan a células «no pequeñas» y se clasifican en tres tipos:
- Carcinoma escamoso o epidermoide (40% de los diagnósticos): Tiene un crecimiento relativamente lento. Aparece en la zona superficial del pulmón, en unas células lisas y delgadas.
- Adenocarcinoma (30% de los diagnósticos): Aparece en las zonas periféricas de los pulmones, afectando sobre todo a la pleura. La pleura es una capa que recubre el pulmón por fuera. Este tipo de cáncer es más frecuente en mujeres.
- Carcinoma de células grandes (10% de los diagnósticos): Es el tipo menos frecuente y afecta a células de tamaño grande.
A nivel mundial el cáncer de pulmón es el más diagnosticado en total, con prácticamente 1.825.000 casos en 2012. En el estado español ocupa la tercera posición, por detrás del cáncer de colon y el cáncer de próstata, con 26.715 casos en 2012. Tiende a aumentar en las mujeres y a disminuir en los hombres. La supervivencia a 5 años, es decir, la proporción de personas que continúan vivas 5 años después del diagnóstico, es del 12% en nuestro país. Es uno de los tipos de cáncer con supervivencia más baja, pero con tendencia a mejorar. Suele aparecer a partir de los 50 años de edad.
Prevención del cáncer de pulmón
El principal factor de riesgo para que se produzca un cáncer de pulmón es el tabaco (cerca del 90% de los casos). Esta relación se estableció hace décadas, y es acumulativa: cuántos más años de tabaquismo, más aumenta el riesgo. El cáncer puede aparecer unos 10 o 20 años después de empezar a fumar. El humo del tabaco también aumenta el riesgo de cáncer de pulmón entre los fumadores pasivos. Los fumadores pasivos son las personas que no fuman pero respiran el humo de otras personas de su alrededor.
Las mujeres se iniciaron en el tabaquismo más tarde que los hombres; por eso ahora ellas se ven menos afectadas (aunque las tendencias por género se están equilibrando). Otros factores de riesgo son profesionales (exposición al asbesto o al radón). También los antecedentes familiares de cáncer de pulmón y las enfermedades respiratorias como la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).
Síntomas del cáncer de pulmón
El síntoma más característico del cáncer de pulmón es la tos, que puede ser seca (sin expulsar ningun tipo de fluido) o productiva (con producción de flema o mucosidad). También puede haber hemóptisis (tos con sangre), que suele ser el síntoma de alarma que lleva la persona al médico. Otros síntomas son la disnea (dificultad respiratoria), el cansancio y el dolor torácico. Cuando la enfermedad está avanzada puede aparecer dolor en algunas partes del cuerpo donde haya metástasis, como la cabeza o los huesos.
De todos modos estos síntomas pueden deberse a muchas enfermedades, algunas de las cuales, benignas. Por lo tanto su manifestación no implica que se tenga cáncer de pulmón.
Si se manifiesta cualquiera de estos síntomas conviene ir al médico para establecer un diagnóstico e iniciar el tratamiento.
Diagnóstico del cáncer de pulmón
Después de una exploración en la que se analiza el hábito tabáquico -si lo hubiera- y los antecedentes personales y familiares de cáncer y de otras enfermedades importantes el médico valora la posibilidad de hacer más pruebas, entre las que hay:
- Análisis de sangre y orina: Permite ver el estado general del paciente. También si hay alguna infección que pueda estar provocando la tos, el funcionamiento de los riñones y del hígado, etc.
- Radiografía de tórax: Las manchas en el pulmón o los derrames pleurales pueden dar pistas sobre la presencia de un tumor, que habrá que confirmar posteriormente.
- Citología del esputo: Si el paciente esputa mucosidad o sangre al toser se recogen muestran. Pueden servir para buscar posibles células tumorales u otros indicadores de la enfermedad.
- Espirometría: Mide la capacidad respiratoria. Analiza la cantidad de aire que se puede expulsar de los pulmones. Consiste en coger aire y soplar a través de un tubo. Permite saber si la capacidad pulmonar del paciente se encuentra dentro de los parámetros normales.
- Broncoscopia: Los bronquios son las ramificaciones por donde circula el aire cuando se hace el intercambio de gases. Con la broncoscopia se introduce un tubo con una cámara en los bronquios para ver su interior. El paciente ha sido anestesiado previamente, de forma que puede notar algunas molestias durante la prueba, pero no es dolorosa.
- Biopsia: Consiste en la obtención de una pequeña muestra de tejido del pulmón para analizarla. Se puede hacer durante la misma broncoscopia, o bien con una punción desde el exterior con una aguja fina. Determinará con seguridad si hay cáncer.
Si se confirma el diagnóstico de cáncer las pruebas se orientan a estudiar si la enfermedad se ha extendido, con la ayuda de un escáner o TAC -que permite observar si ha habido invasión local o regional-. La extensión hacia los huesos se comprueba con una gammagrafía ósea. Ninguna de estas pruebas resulta dolorosa, pero pueden provocar molestias por la postura o o por el líquido que se inyecta (radiotrazador) a la hora de llevar a cabo la gammagrafía ósea.
Tratamiento del cáncer de pulmón
El tratamiento del cáncer de pulmón dependerá del estado general del paciente, del tipo de tumor y de su grado de progresión. La decisión la toman conjuntamente el médico y el paciente, entre las opciones que la experiencia clínica haya demostrado que son más eficaces. El tratamiento puede ser diferente entre una persona y otra, aunque sus síntomas se parezcan.
Para tomar la decisión es importante estar informado y, por tanto, hacer las preguntas necesarias a los profesionales sanitarios. Aunque parezca que son preguntas absurdas, o que el médico no tendrá tiempo para responderlas, tenemos derecho a informarnos.
Las opciones terapéuticas varían en función de la extensión de la enfermedad, pero el tratamiento suele ser multidisciplinar. Esto quiere decir que participan profesionales de diversas disciplinas: neumología, oncología médica, oncología radioterápica, enfermería, psicología, trabajo social, etc. Estas son las opciones terapéuticas más habituales:
- Tratamiento del cáncer de pulmón de células no pequeñas:
- Estadios I y II (tumor pequeño y localizado en el pulmón): El tratamiento de elección es la cirugía (extirpación del tumor en el quirófano). Se puede hacer una tumorectomía (extirpar sólo el tumor y el area circundante, para asegurarse de eliminar les células tumorales que no se ven a simple vista), una lobectomía (extirpar un lóbulo, que es una de las partes en que se divide el pulmón) o una pneumonectomía (extirpar un pulmón entero). También se extirpan los ganglios de alrededor para comprobar si ha habido extensión de la enfermedad. La intervención se hace con anestesia general y un ingreso hospitalario que puede durar una o dos semanas. A menudo se añade quimioterapia o radioterapia, pero no siempre es necesario.
- Estadio III (tumor diseminado a nivel local): La cirugía y la radioterapia no son suficientes para eliminar el cáncer. Se hace quimioterapia neoadyuvante (antes de la cirugía) para reducir el tamaño de los tumores y hacerlos más operables. Con todo hay riesgo de que la enfermedad vuelva a aparecer, en el pulmón o en algun otro órgano. También se suele hacer radioterapia, conjuntamente con la quimioterapia o en momentos distintos. Si el estadio es III-B el cirujano puede optar por no operar, porque la intervención no produciría un beneficio sustancial.
- Estadio IV (cáncer avanzado y con metástasis a distancia): En este caso no se hace ni cirugía ni radioterapia por el tumor. Se pueden operar las metástasis localizadas en el cerebro o en los huesos, pero no es un tratamiento habitual. Sí es más habitual eliminarlas con radioterapia. El tratamiento de elección es la quimioterapia, que hace aumentar la supervivencia y mejora la calidad de vida. Habitualmente se utilizan el cisplatino y el pemetrexed.
- Tratamiento del cáncer de pulmón de células pequeñas: Éste tipo de cáncer tiene mal pronóstico porque se disemina muy rápidamente. Por lo tanto, cuando se detecta, la cirugía ya no es eficaz (sólo lo es para eliminar metástasis muy localizadas). Se suele aplicar quimioterapia durante un intervalo de 3 a 6 meses y combinada -o no- con radioterapia. De todos modos la enfermedad reaparecerá con mucha probabilidad aunque el tratamiento haya sido eficaz. También se puede llevar a cabo la llamada radiación profiláctica cerebral (radioterapia preventiva dirigida al cráneo) ya que se ha demostrado que retrasa la aparición de metástasis al cerebro.
La radioterapia es un tratamiento local, dirigido al tumor desde fuera del cuerpo con una máquina de radiación. Por lo tanto se utiliza con finalidad curativa cuando el tumor está muy localizado, o con intención paliativa (controlar el dolor) si la enfermedad se ha diseminado. La radiación causa daños a las células tumorales, de forma que las destruye e impide su reproducción. Pero inevitablemente los tejidos de alrededor se pueden ver afectados. La radioterapia comienza con unas sesiones de preparación, en las que se marca la piel con un rotulador para saber exactamente donde se ha de irradiar.
Las sesiones de radioterapia pueden ser numerosas y hacerse varios días durante algunas semanas. Pero la radiación suele durar sólo unos segundos o un minuto, durante el cual el paciente no nota ningún tipo de dolor ni molestia (salvo por la postura, que puede ser incómoda). Entre sus efectos secundarios se encuentran las quemaduras locales en la piel, la fatiga y las náuseas. También puede producirse dolor de garganta o dolor a la hora de tragar la comida (disfagia).
El especialista en este tratamiento es el oncólogo radioterapeuta. Él/ella es quien puede aconsejar sobre cómo reducir estos y otros efectos secundarios. Por ejemplo, se suele recomendar evitar totalmente la exposición al sol y utilizar cremas hidratantes. Cerca del 15% de los pacientes presentan neumonitis por radiación: una irritación o inflamación del pulmón provocada por la radioterapia, que produce síntomas como tos, fiebre y dificultad respiratoria, que se pueden alargar unos meses o unos años.
La quimioterapia es un tratamiento sistémico. Se distribuye por todo el cuerpo, afectando a la reproducción de las células tumorales, aunque también afecta a las sanas -dando lugar a los efectos secundarios-. Los medicamentos que se utilizan en el cáncer de pulmón de células no pequeñas son el cisplatino y la vinorelbina. Para pacientes con cáncer de pulmón de células pequeñas, además de los mencionados, se pueden añadir el irinotecan, el topotecan, el paclitaxel o la ciclofosfamida, entre otros.
Habitualmente la quimioterapia se administra por vía intravenosa y se hace cada 3 o 4 semanas. Poco después de cada sesión es cuando pueden aparecer los efectos secundarios, aunque no lo hacen siempre. Estos síntomas incluyen caída del cabello, vómitos, diarrea, llagas en la boca o fatiga. El oncólogo puede recetar algunos medicamentos que ayudarán a disminuir la intensidad de estas reacciones adversas. El tratamiento de los efectos secundarios es cada vez más eficaz.
Antes de una nueva sesión de quimioterapia se hace un análisis de sangre. Esto es porque si hubiera algún déficit, por ejemplo de glóbulos blancos o de plaquetas, hay que recuperar los niveles normales antes de volver a recibir la quimioterapia. En este caso la dosis que toca se puede posponer unos días.
En algunos pacientes en estadio IV de cáncer de pulmón de células no pequeñas se pueden aplicar terapias biológicas. Estas son muy personalizadas y se dirigen a lo que se llama «dianas terapéuticas«: puntos muy concretos de la célula tumoral donde pueden actuar con una eficacia especialmente alta. Se utilizan medicamentos como el bevacizumab o el cetuximab.
Evolución y pronóstico del cáncer de pulmón
Como hemos dicho, el cáncer de pulmón en estadio avanzado tiene un gran riesgo de reaparecer más adelante. Incluso cuando el tratamiento funciona. Y lo puede hacer en el pulmón o en alguna otra parte del cuerpo. Además el cáncer de pulmón microcítico (de células pequeñas) se detecta, habitualmente, cuando ya es tarde para realizar un tratamiento curativo. Todo ello contribuye a que el cáncer de pulmón tenga un mal pronóstico. La probabilidad de curarse del todo es relativamente baja (aunque aumenta cada año).
Una vez acabado el tratamiento se siguen haciendo controles médicos. Si la enfermedad vuelve el tratamiento puede tener que hacerse más agresivo. En este caso es probable que sus efectos secundarios también sean más importantes.
Impacto psicológico del cáncer de pulmón
Durante las pruebas de diagnóstico y de seguimiento puede predominar el miedo y la incertidumbre. Se aconseja ir acompañado/a por un familiar o amigo, y tomar notas de la información que da el médico. Si el diagnóstico, efectivamente, es de cáncer, puede pasar unos momentos en que deje de prestar atención a lo que le dicen, o se puede olvidar de detalles importantes.
Puede aprovechar la experiencia del médico para que le explique cómo irá cada parte del tratamiento, qué efectos secundarios puede tener y cómo tratarlos, qué podrá hacer y qué no podrá hacer de sus actividades habituales, etc. Esta y las siguientes ocasiones en que vea el médico le puede hacer todas las preguntas que tenga. Para mantener la relajación, respire lenta y profundamente, tomando el aire por la nariz y expulsándolo por la boca.
Si el diagnóstico es de tumor o cáncer puede tener reacciones como incredulidad, miedo, ansiedad, tristeza, depresión, rabia, etc. Es normal responder de esta manera, ya que se trata de una enfermedad grave y esta reacción es la manera que tiene una persona de adaptarse y encajar la noticia. También puede necesitar tiempo para aprender a hacer frente al tratamiento y a sus consecuencias. El impacto de la enfermedad en el entorno social y familiar, y el cambio del autoconcepto que implica también cuestan de asumir. Es bueno que se dé permiso a usted mismo/a para llorar, para estar triste o enfadarse, incluso ante algunos consejos del entorno sobre «ser fuerte» o «ser optimista porque todo irá bien«. La familia de la persona afectada también sufre, y necesita las mismas atenciones.
Algunas personas tienen un sentimiento de culpabilidad, por no haber hecho caso de las advertencias de dejar de fumar, y piensan que el cáncer se ha producido por su culpa. Otras veces es la familia o el entorno social quien culpabiliza al fumador por haber sido diagnosticado de cáncer. Aclaramos que el cáncer de pulmón puede aparecer por otras causas y que no todos los fumadores tendrán la enfermedad.
Además la nicotina crea dependencia, de la que no es fácil salir. Esta dependencia facilita seguir fumando, aunque la persona tenga voluntad de dejarlo. En cualquier caso culpabilizar a un fumador del hecho de tener cáncer no es útil (porque no contribuye a que se cure) y no es real, ya que cuando una persona fuma no lo hace con la intención de tener cáncer. Es mejor estar a su lado, atender a sus necesidades y mostrarse dispuesto/a a ayudarla.
A veces también toca hacer frente a miradas curiosas, preguntas indiscretas o que sólo buscan satisfacer una curiosidad morbosa. Recuerde que es usted quien decide qué explica y a quién se lo explica. Está en su derecho de dar la información que quiera a quién quiera.
La enfermedad y su tratamiento pueden provocar disfunciones sexuales. La fatiga es un síntoma habitual en las personas con cáncer de pulmón, y esto puede hacer que las relaciones sexuales no se puedan mantener como antes. En este caso es importante la comunicación sincera con la pareja, y confiar en un profesional de la sexología si lo creen conveniente. Adaptarse requiere tiempo, y puede ser necesario cambiar el concepto que se tiene de la sexualidad. Aunque popularmente está muy ligada a la virilidad y la penetración, la sexualidad puede incluir muchas otras actividades para las que no es necesaria una erección: besos, caricias, juegos … Recuerde que ni la edad, ni el cáncer ni su tratamiento son motivos para considerar que no se puede hacer nada. Las personas tienen derecho a disfrutar de una vida sexual plena si lo encuentran importante, y buscar soluciones para resolver estos problemas.
Otras actividades de la vida diaria también pueden tener que hacerse con más dificultades, o dejarse de hacer. Esto se debe a la pérdida de capacidad respiratoria. Es importante buscar actividades más tranquilas y aceptar esta limitación, que puede ser definitiva. La autoimagen se ve afectada, y puede pedir tiempo aceptar el cambio. Se puede sentir más dependiente de los demás. El médico le puede recomendar algún programa de ejercicio físico adaptado a su estado, para recuperar parte de la capacidad pulmonar perdida.
Si el cáncer avanza y los médicos ven que la cura no es posible, no significa que ya no haya nada que hacer. Se le puede acompañar a usted y a su familia, e intentar destinar el tiempo restante a hacer cosas que quiera hacer. Por ejemplo, cerrar temas económicos o familiares, visitar lugares o personas, dejar un legado por los hijos o los nietos, etc. Muchos pacientes se quedan más tranquilos si han hecho un repaso vital que les permita dar sentido a su vida. También se puede preparar el duelo a nivel personal o familiar.
El tratamiento paliativo se orienta a controlar los síntomas físicos y psicológicos (dolor, angustia, etc). También busca garantizar que la intervención terapéutica se hace preservando la comunicación entre profesionales, paciente y familia. Es una manera de garantizar la dignidad de la persona a la hora de tomar decisiones. Se trata de una intervención multidisciplinar en la que intervienen profesionales que trabajan coordinadamente: médicos, infermeras, psicólogos, trabajadores sociales, etc.
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Esta información se ha elaborado con fuentes obtenidas de la Sociedad Española de Oncología Médica, Asociación Española Contra el Cáncer, National Cancer Institute, International Agency for Research on Cancer, y aportaciones propias de la experiencia profesional en Psicooncologia.