Tipos de cáncer de páncreas
Todos los órganos de nuestro cuerpo están formados por células. Estas células se reproducen para sustituir las que, de manera normal, van muriendo. Cuando alguna de ellas acumula una serie de mutaciones puede convertirse en una célula cancerosa. Las células cancerosas se dividen más deprisa de la cuenta y se hacen inmortales; por esto se acumulan y forman un tumor. Cuando este tumor se localiza en el páncreas y se convierte maligno, lo llamamos cáncer de páncreas.
El páncreas participa en la digestión (produciendo líquidos que el cuerpo necesita para este proceso) y fabrica hormonas, como la insulina. La etiqueta cáncer de páncreas incluye los tumores que afectan a la parte del páncreas que segrega enzimas digestivas (conductos exocrinos). Los tumores que afectan la parte hormonal (conductos endocrinos) son muy poco frecuentes, y se incluyen dentro de los tumores neuroendocrinos.

La gran mayoría de cánceres de páncreas exocrinos (el 95%) son adenocarcinomas y crecen en la cabeza del páncreas. En este caso las células afectadas son las encargadas de elaborar los jugos digestivos.
Estadísticas del cáncer de páncreas
A nivel mundial és el 12º tumor más frecuente: en 2012, se diagnosticaron 337.872 casos (fuente: IARC). En el estado español fueron 6.367 casos (52% hombres y 48% mujeres). El cáncer de páncreas es poco frecuente: representa el 2,5% de todas las enfermedades oncológicas. Pero se observa un aumento sostenido desde los años 50. El riesgo de tenerlo aumenta a partir de los 60 años (raramente aparece antes). Es más frecuente en población negra de Estados Unidos.
La supervivencia depende, sobre todo, del estadio de la enfermedad cuando se diagnostica. Pero en general es muy baja: sólo el 31% de los pacientes diagnosticados en el estadio I-A (el más leve) están vivos al cabo de 5 años. Un porcentaje que baja hasta el 3% en personas diagnosticadas en el estadio IV. Estas son cifras poblacionales y no sirven para predecir la supervivencia o la mortalidad de un paciente en particular.
Prevención del cáncer de páncreas
Los factores de riesgo son situaciones que hacen aumentar la probabilidad de tener la enfermedad. Pero esto no significa que quien tenga estos factores de riesgo deba tener cáncer con toda seguridad, ni que la persona que no los tenga esté libre de riesgo.
- Factores demográficos: La edad, el sexo y la raza juegan un papel en la probabilidad de tener la enfermadad: Los hombres, las personas de más de 60 años y las de raza negra tienen un riesgo más alto.
- Factores dietéticos: La dieta con muchas grasas animales y poca fruta y verdura es un factor de riesgo, así como la obesidad.
- Tabaquismo: Es uno de los factores de riesgo más importantes. El 30% de cánceres de páncreas se deben al tabaco (y el riesgo es mayor cuantos más cigarrillos se fuman).
- Enfermedades previas como la pancreatitis crónica (inflamación del páncreas) y la diabetes tipo I de larga evolución (la que hace que el paciente necesite insulina), aunque no se sabe cómo influye la diabetes en el cáncer.
- Factores hereditarios: Alrededor del 10% de los tumores en el páncreas tienen un origen hereditario. Concretamente se ha relacionado con el Síndrome de Peutz-Jeghers (que hace que se formen pólipos en los intestinos), el Síndrome de Lynch (cáncer de colon hereditario no polipósico) o las mutaciones de los genes BRCA-1 y BRCA-2. Ante la sospecha de un componente hereditario se puede participar en un programa de consejo genético para determinar si existe este riesgo y tomar las decisiones adecuadas.
Síntomas del cáncer de páncreas

En sus estadios iniciales el cáncer de páncreas puede no dar ningún síntoma. Las señales aparecen con la enfermedad avanzada, y son inespecíficos: se pueden encontrar en otras enfermedades. Por eso hay que hacer varias pruebas antes de determinar que se trata de un tumor.
- Ictericia (coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos), cuando el tumor obstruye el conducto que une la vesícula biliar y el hígado. El color amarillo proviene de la bilirrubina, una sustancia que participa en la digestión de las grasas. Este signo puede hacer confundir el diagnóstico con el de una hepatitis.
- Alteraciones de los niveles de glucosa en la sangre: El páncreas fabrica la insulina, la hormona que regula los niveles de azúcar en la sangre, y el tumor puede alterar esta función.
- Dolor abdominal y digestiones pesadas: El dolor aparece en la parte alta del abdomen y se extiende hacia la espalda, como si fuera un cinturón. El dolor puede aumentar después de comer.
- Pérdida de peso y del apetito: Pueden ir acompañadas de diarrea y fatiga.
- Náuseas y vómitos cuando el tumor obstruye el intestino.
- Depresión: Algunos estudios apuntan a que cerca del 50% de los pacientes tienen una depresión unos meses antes del diagnóstico del cáncer de páncreas. De todas formas hasta ahora no se ha podido establecer la relación entre la depresión y el tumor.
Todos estos síntomas también pueden estar causados por muchas enfermedades que no son un cáncer. Si notas alguno, es muy importante que consultes al médico.
Diagnóstico del cáncer de páncreas
No hay técnicas de detección precoz para el cáncer de páncreas a la población sana. En personas que tienen pancreatitis aguda o diabetes mellitus se puede hacer un seguimiento regular para que, si crece un tumor, se detecte pronto.
Cuando hay sospecha de un cáncer se pueden realizar las pruebas siguientes:
- Exploración: El médico hace una historia clínica de los síntomas del paciente y palpa el abdomen para buscar masas sospechosas.
- Análisis de sangre: Permite ver el funcionamiento general del cuerpo, sobre todo de los riñones y del hígado -por la posible alteración de la bilirrubina-, y cuantifica los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y las plaquetas. También se buscan marcadores tumorales, sustancias presentes normalmente en la sangre, pero que pueden estar elevados en personas con cáncer. Esta prueba no es diagnóstica y no siempre indica la presencia del tumor. El marcador evaluado en cáncer de páncreas es el CA 19-9.
- Ecografía: La ecografía permite ver posibles masas tumorales en el páncreas y en los órganos vecinos. La prueba se hace con un pequeño aparato que se mueve sobre la piel y emite ultrasonidos. Es la misma prueba que se hace habitualmente en las mujeres embarazadas, y es indolora.
- Ecoendoscopia con punción: Es una endoscopia que incorpora un transmisor de ultrasonidos. Se introduce un tubo por la boca hasta el estómago y hace una ecografía del páncreas a través de la pared estomacal. La punción permite hacer la biopsia (también a través de la pared del estómago), tomando una muestra de tejido tumoral del páncreas para analizarla en el laboratorio. La biopsia no es necesaria si el paciente tiene que operarse, pero sí en el caso de tener que hacer quimioterapia o radioterapia sin pasar antes por el quirófano. Esta prueba puede ser molesta por la introducción del tubo en la boca (en algunos pacientes les produce náuseas). Por eso se hace con anestesia local del cuello con un spray.
- Escáner o TAC: El TAC (Tomografía Axial Computerizada) son una serie de radiografías que, cuando se juntan, permiten ver varios órganos con mucha precisión. Ayuda a ver si el cáncer se ha extendido a órganos de alrededor, como el hígado. El paciente se pone en una camilla que se mueve por un círculo. Este círculo da vueltas y hace las radiografías. La prueba no es dolorosa, pero requiere estar completamente quieto durante su realización.
- Resonancia magnética: Es una prueba muy parecida al TAC, pero emplea campos magnéticos en lugar de radiación. Permite ver el páncreas y su región de manera más precisa. No es una prueba dolorosa.
- Biopsia hepática: Si hay metástasis en el hígado, se puede hacer una biopsia directamente cogiendo una muestra. El procedimiento consiste en introducir una aguja a través de la piel hasta el hígado y obtener una muestra de tejido con una pinza. Requiere anestesia local y puede producir algunas molestias, pero da una información muy útil de cara al tratamiento. Esta biopsia podría sustituir a la que se hace a través del estómago durante la endoscopia.
Estadios del cáncer pancreátic0

La clasificación de los estadios más utilizada es la TNM. Describe cada tumor según el grado de invasión del páncreas o de órganos de alrededor (T), la afectación de los nódulos linfáticos (N) y la presencia o ausencia de metástasis (M). Este sistema permite establecer en qué estadio se encuentra el paciente:
- Estadio I: El tumor sólo afecta al páncreas, con una masa de menos de 2 centímetros (Estadio I-A) o de más de 2 centímetros (Estadio I-B). No hay ganglios linfáticos afectados, ni metástasis a distancia.
- Estadio II: En el Estadio II-A el tumor ha invadido órganos vecinos, pero sin tocar grandes arterias ni afectar ganglios linfáticos. Tampoco hay metástasis. En el Estadio II-B el tumor puede haber llegado a órganos vecinos pero no a grandes vasos sanguíneos, y hay ganglios linfáticos afectados. No se detectan metástasis a distancia.
- Estadio III: El cáncer no se puede operar. Además de invadir órganos de alrededor también llega a los grandes vasos sanguíneos que van hacia el estómago, el hígado y los intestinos. También hay ganglios linfáticos afectados, pero no metástasis a distancia.
- Estadio IV: El cáncer afecta órganos vecinos, grandes vasos sanguíneos, ganglios linfáticos y órganos lejanos debido a las metástasis.
Tratamiento del cáncer de páncreas
Como en otros tipos de cáncer, el tratamiento depende de la extensión de la enfermedad. Las técnicas más utilizadas son la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia.
Antes de iniciar cualquier estrategia terapéutica el paciente firma un documento llamado consentimiento informado. Se trata de una hoja donde se explica en qué consiste el tratamiento, quién lo hará, y qué riesgos y efectos secundarios puede tener. Con su firma, el paciente reconoce que ha sido informado y que acepta el procedimiento. Es el momento de hacer al médico las preguntas necesarias (como cuánto tiempo se tarda en recuperarse o si debe dejar de tomar algún medicamento habitual). El médico resolverá todas las dudas, aunque parezcan poco importantes. Esto contribuye a reducir la ansiedad.
Cirugía
La cirugía es el tratamiento de elección cuando el tumor está limitado al páncreas (algo que sólo ocurre en el 15-20% de los pacientes). La intervención puede variar según la parte del páncreas afectada: la cabeza, el cuerpo o la cola. Cuando la parte afectada es la cabeza del páncreas la operación consiste en una duodenopancreatectomía cefálica. En cambio, si está afectado el cuerpo central o la cola del páncreas se practica una pancreatectomía parcial o distal. De todas formas, a veces es necesario extirpar el páncreas entero.
Tras la duodenopancreatectomía hay que tener en cuenta las posibles complicaciones (que no aparecen siempre). Pueden haber infecciones en el interior del abdomen o en la cicatriz, o producirse un retraso en el vaciado del estómago, con digestiones pesadas. También puede haber malabsorción de grasas, que haría necesarios complementos alimenticios. Finalmente, como el páncreas que se ha extirpado era el encargado de fabricar la insulina, será necesaria insulina en forma de medicamento para regular los niveles de azúcar en la sangre. De algun modo, extirpar el páncreas hace que el paciente se vuelva diabético.
Tras la pancreatectomía también hay que controlar las posibles infecciones. Por otra parte la malabsorción de las grasas se puede detectar con una pérdida de peso o con las heces de color claro o flotantes en el agua. En este caso habría que añadir suplementos alimenticios a la dieta.
Les recomendaciones tras la cirugía son:
- Controlar las infecciones. Si la zona operada se vuelve roja o hay dolor o fiebre, debe consultar al médico para iniciar el tratamiento adecuado.
- Comer en poca cantidad, poco a poco, y hacerlo 5 o 6 veces al día.
- Evitar los alimentos con mucha grasa.
- Comer cosas que lleven hidratos de carbono, para compensar la pérdida de peso (pan, pasta, arroz).
- Intentar no beber durante las comidas, para evitar la sensación de plenitud.
Radioterapia

La radioterapia se hace con una máquina llamada acelerador lineal, que envía rayos X con mucha potencia y precisión hacia el tumor para destruir las células cancerosas.
Se puede utilizar con dos objetivos diferentes: complementar la cirugía (después de la operación y conjuntamente con quimioterapia) o con un tumor localizado en estadio avanzado (para evitar que el tumor crezca o, de manera paliativa, para calmar el dolor).
Antes del tratamiento se hace una planificación, con la que se establece la dosis necesaria y la zona a irradiar. De este modo, aunque el tratamiento lo hagan médicos diferentes, saben qué hacer con cada paciente. Los avances tecnológicos permiten que, actualmente, se concentre la radiación al órgano afectado, dañando muy poco las regiones de alrededor.
Es posible que las sesiones sean muy frecuentes (5 días a la semana), pero sólo duran unos minutos. Además, son indoloras para el paciente.
La radioterapia tiene algunos efectos secundarios, que no aparecen siempre. Los más habituales son enrojecimiento local de la piel de la zona irradiada, fatiga, náuseas y vómitos. El médico suele administrar medicamentos para evitar los vómitos, y puede recomendar productos de aplicación local para los otros síntomas.
Quimioterapia
A diferencia de la radioterapia, que es un tratamiento local (sólo afecta a la zona irradiada), la quimioterapia es un tratamiento sistémico. Su objetivo es destruir las células tumorales, pero como también llega a las sanas, produce efectos secundarios notables. Los repasaremos más adelante.
La quimioterapia se puede administrar con dos objetivos diferentes:
- Como complemento de la cirugía cuando el tumor se ha podido operar. Los medicamentos utilizados son la gemcitabina y el 5-fluoruracilo (uno de los dos, o ambos a la vez) durante 6 meses. Este tratamiento se puede combinar con la radioterapia.
- Como tratamiento único en el cáncer de páncreas metastàstic, que se considera inoperable. Aquí la quimioterapia tiene una finalidad paliativa (control de los síntomas). Se puede emplear gemcitabina combinada con oxaliplatino y/o capecitabina. Hay otras dos combinaciones posibles, que pueden ofrecer mejores resultados: Una es el 5-fluoruracilo con irinotecán y oxaliplatino. La otra es la suma de gemcitabina y nab-paclitaxel.
El médico es quien determina el tratamiento a seguir, según las características del paciente, de la enfermedad y las opciones de eficacia.
La quimio se suele administrar por vía intravenosa (con una aguja), aunque algunos productos permiten hacerlo por vía oral (con pastillas). El tratamiento se divide en ciclos. Un ciclo es el período de tiempo que abarca la toma de una dosis y los días de recuperación posterior. La duración de cada ciclo dependerá de los medicamentos utilizados.

Los efectos secundarios de la quimioterapia son: caída del pelo, náuseas y vómitos y pérdida del apetito. También disminuye algunos componentes de la sangre. El descenso de glóbulos rojos se relaciona con la anemia y la fatiga; el descenso de glóbulos blancos incrementa el riesgo de infecciones y la bajada de plaquetas facilita las hemorragias y hace que las heridas cuesten de cicatrizar. Los bajos niveles de alguno de estos elementos de la sangre puede hacer que sea necesaria una transfusión, y que alguna dosis de quimioterapia se deba posponer.
Un efecto secundario particular del cisplatino, el oxaliplatino o el paclitaxel es la neuropatía periférica: la sensación de hormigueo, adormecimiento o dolor en las manos y los pies. Aparece al día siguiente de haber recibido la dosis, y también se puede manifestar con intolerancia al frío, tanto en la piel como al tomar bebidas frías.
Estos síntomas no aparecen siempre y se pueden controlar con la medicación que receta el médico. Suelen desaparecer entre unos días y unos meses después de terminar el tratamiento.
Impacto psicológico del cáncer de páncreas
El diagnóstico de cáncer conlleva reacciones muy diversas. La mayoría de pacientes lo viven con sensaciones de amenaza, rabia, tristeza e incertidumbre. Estas reacciones son normales y ayudan a encajar la noticia. Es habitual preguntarse «¿Por qué me ha pasado a mí?«, Pero no hay ningún motivo específico por el que una persona tiene cáncer y otra no. Depende de una combinación de factores, entre ellos, al azar.
Las pruebas de diagnóstico y los tiempos de espera de los resultados se pueden vivir con ansiedad. Ir acompañado/a reduce el sentimiento de soledad y ayuda a tomar decisiones en momentos difíciles. Si el diagnóstico confirma el cáncer, el paciente puede pasar un rato en choque: Está tan preocupado por la mala noticia que deja de prestar atención a lo que le dicen. Por eso el acompañante puede hacer preguntas al médico y tomar nota de las primeras indicaciones (próximas citas, etc).
Para afrontar la enfermedad y el tratamiento se necesita tiempo y apoyo social. Aunque personas del entorno pueden intentar animar con frases como «Todo irá bien» o «Tienes que ser optimista«, sólo la persona afectada sabe lo difícil que es esta situación. Para los demás es difícil de imaginar. Es más eficaz estar disponible para ayudar: acompañar a la persona al hospital, ir a comprar, cuidar a los hijos o los nietos, etc. Puede haber cambios a nivel personal y familiar, nuevas rutinas, etc.
El cáncer de páncreas avanzado
El cáncer de páncreas tiene un índice de mortalidad muy elevado. Asumirlo es difícil para pacientes y familiares, ya que la percepción de la vida cambia completamente. No hay una manera de hacerlo más fácil. Pero tener la compañía necesaria ayuda a pasar por esta experiencia. Tanto si es del entorno familiar o de los amigos, como si es un apoyo profesional. Es bueno darse permiso a un/o mismo/a para experimentar las reacciones emocionales, intensas y cambiantes, como un proceso natural ante la enfermedad.

Aunque el cáncer avance y no se pueda curar, no significa que ya no haya nada que hacer. Se puede intentar mantener la calidad de vida tanto como sea posible, con la ayuda del tratamiento paliativo. Y aprovechar el tiempo para estar con las personas queridas, visitar lugares nuevos, aprender, experimentar, etc. Muchas personas al final de la vida se quedan más tranquilas si concluyen que su vida ha tenido sentido. Como profesional he ayudado a algunos pacientes en esta etapa a hacer un repaso vital, con el que afirman que se les facilita el proceso y les ayuda a morir en paz.
En esta etapa el tratamiento multidisciplinar toma más sentido que nunca. El equipo profesional, formado por médicos, enfermeros/as, psicólogos y trabajadores/as sociales analizan la situación de cada persona y toman las decisiones junto con el paciente y su familia. El objetivo es controlar los síntomas y mantener el confort y la dignidad tanto como sea posible.
Esta información se ha elaborado con fuentes obtenidas de la Sociedad Española de Oncología Médica, Asociación Española Contra el Cáncer, National Cancer Institute, International Agency for Research on Cancer, y aportaciones propias de la experiencia profesional en Psicooncologia.