Tipos y estadísticas del cáncer de colon
El cáncer de colon (o cáncer colo-rectal) es el tumor que aparece entre la terminación del intestino delgado y el ano. Éste órgano realiza la última fase de la digestión: absorbe agua y otros elementos, y conduce la materia fecal hacia el ano para su expulsión. El cáncer de colon se subdivide en 5 tipos:
- Adenocarcinoma: Casi todos los casos de cáncer colo-rectal (cerca del 95%) son de este tipo. Se producen en la mucosa que reviste el interior del colon y el recto. Los otros cuatro tipos son muy poco frecuentes.
- Tumor carcinoide: Aparece en las células productoras de hormonas del aparato digestivo, como la motilina o la bombesina.
- Sarcoma: Se produce en la capa muscular del colon, la que hace desplazar los alimentos en dirección al ano.
- Linfoma: Se localiza en las células de defensa del intestino. No tiene nada que ver con tumores en los ganglios linfáticos.
- Melanoma: Habitualmente se trata de una metástasis de un melanoma o cáncer de piel.
A nivel mundial el cáncer de colon es el tercer más diagnosticado, llegando a 1.361.000 personas en 2012. Se observan pocas diferencias entre hombres y mujeres. La supervivencia a 5 años, es decir, la proporción de personas que siguen vivas 5 años después del diagnóstico, es de cerca del 55% en nuestro país, aunque depende del estadio en que ha sido detectado: oscila entre el 90% de los que se detectan en el estadio I y el 10% de los detectados en el estadio IV. Representa aproximadamente el 15% de todos los cánceres de todo el mundo. Se diagnostica con más frecuencia en los países desarrollados y casi siempre a partir de los 40 años de edad.
Prevención del cáncer de colon
El principal factor de riesgo para el tumor de colon es el consumo frecuente y continuado de alimentos ricos en grasas animales. Por tanto, mantener una dieta equilibrada y con presencia abundante de frutas y verduras -ricas en fibra- es un buen factor de protección. También se aconseja no fumar, practicar ejercicio físico (para evitar el sedentarismo) y mantener el peso a raya.
Síntomas del cáncer de colon
Muchos pacientes no notan síntomas pero, cuando los hay, los más frecuentes son los cambios en el ritmo de las deposiciones. Se nota alternancia entre la diarrea y el estreñimiento, con cambios notablemente más bruscos de lo habitual en el paciente). También puede haber rectorragia (eliminación de sangre con las heces) y la obstrucción intestinal, con náuseas, vómitos y dolor abdominal. Otros síntomas son la pérdida de peso no intencionada y la fatiga.
Si aparece alguno de estos síntomas conviene ir al médico lo antes posible.
Diagnóstico del cáncer de colon
El cáncer colo-rectal se puede detectar de manera precoz, con lo cual se invita a todos los varones y mujeres de más de 50 años a participar en el programa de detección precoz, independientemente de su estado de salud. La prueba que se realiza es un test de detección de sangre oculta en las heces. Su funcionamiento es el siguiente:
- El participante recibe una carta en casa donde se le invita a ir a una farmacia próxima a recoger el kit de detección.
- En la farmacia se le da el kit de detección con un número identificativo, manteniendo la confidencialidad.
- El usuario, en casa, recoge una pequeña muestra de heces con un pincel. Es una prueba rápida, indolora, no invasiva, y sin ningún otro coste para el paciente. La muestra la lleva a la farmacia adonde fue a buscar el kit.
- La farmacia envía la prueba al laboratorio, que realiza el análisis para ver si hay sangre.
- En el caso de que haya sangre en las heces (cosa que ocurre con poca frecuencia) se hace una colonoscopia. Si con ésta se mantiene la sospecha, el proceso de diagnóstico pasa a ser más específico.
Las pruebas de diagnóstico cuando hay sospecha de cáncer colo-rectal son:
- Historia clínica, exploración y análisis de sangre. Permiten estudiar el estado de salud general, así como la presencia de anemia o de marcadores tumorales com la CEA (antígeno carcinoembrionario) y el CA 19.9.
- Colonoscopia: Observación del interior del colon y el recto con un tubo largo y flexible y una cámara. También tiene una pinza que permite obtener muestras de tejido para hacer biopsias (estudios anatomo-patológicos de células), y puede retirar pequeños pólipos. La prueba se hace con sedación, de manera que se evita el dolor, pero el paciente permanece despierto. No tiene riesgos considerables.
- Tacto rectal: El médico explora el recto y el ano para detectar la presencia de inflamaciones o anomalías. La prueba no resulta dolorosa, pero puede causar molestias.
- Ecografía: Permite ver la anatomía de los órganos internos sin producir dolor ni emitir radiaciones. Además del colon puede ver otros órganos que también pueden verse afectados por este cáncer, como el hígado. Además su resultado es inmediato.
Si se confirma el diagnóstico de cáncer las pruebas se orientan a estudiar si la enfermedad se ha extendido, a través de un escáner o TAC. Esta prueba permite observar si ha habido invasión local o regional. También se hace una radiografía de tórax para detectar posibles metástasis en los pulmones. De haber sospecha de que puede haberse extendido a otras partes del cuerpo se hace una resonancia magnética y una gammagrafía ósea (para buscar metástasis en los huesos). Ninguna de éstas pruebas resulta dolorosa, pero pueden provocar molestias por ruídos (en el caso de la resonancia magnética) o por tener que inyectar un líquido llamado radiotrazador para facilitar la observación de los huesos (en el caso de la gammagrafía ósea).
Algunos tipos de cáncer colo-rectal pueden ser de origen hereditario. Por eso resulta todavía más importante participar en el programa de detección precoz. Si el médico detecta un patrón de cáncer de colon en su familia le puede recomendar un consejo genético. En él que se determinará si tiene alguna de estas enfermedades:
- Poliposis adenomatosa familiar (PAF). Es una enfermedad hereditaria que hace que se formen numerosos pólipos en el interior del colon, generalmente a partir del final de la adolescencia. Algunos de estos pólipos pueden acabar convirtiéndose en tumor y por eso es importante tenerlos controlados.
- Cáncer de colon hereditari no polipósico (CCHNP) o Síndrome de Lynch. Hace que el riesgo de tener cáncer colo-rectal se transmita entre generaciones de una misma familia. Representa entre el 2% y el 7% de los casos de cáncer de colon.
Tratamiento del cáncer de colon
El tratamiento del cáncer de colon dependerá del estado general del paciente, de dónde se localiza el tumor y del estadio de la enfermedad. La terapia será una o otra según la situación de cada paciente.
También puede depender de sus preferencias: a medida que aumentan las opciones terapéuticas cada vez más se invita a las personas afectadas a participar en la toma de decisiones sobre el tratamiento. En éste sentido es muy importante estar informado/a y, por tanto, hacer las preguntas necesarias a los profesionales sanitarios. Aunque parezca que las preguntas pueden ser innecesarias, o que el médico no tiene tiempo. Tenemos derecho a estar tan informados/as como queramos.
Siguiendo la clasificación modificada de Aster y Coller, el tratamiento en cada fase de la enfermedad es el siguiente:
- Estadio I o A (sólo afecta la mucosa del colon, sin llegar a los ganglios u órganos de alrededor). El tumor se suele eliminar con cirugía, en un procedimento llamado colectomía (extirpación de la parte del colon afectada). Si el tránsito intestinal ya no es posible a partir de este momento se practica una colostomía: una conexión del colon con el exterior del cuerpo para permitir la salida de las heces, que se recogen en una bolsa.
- Estadio II o B (afecta la capa muscular y de grasa colindante, y llega a órganos que están en contacto con el colon o el recto, pero sin afectar a los ganglios). También se trata con cirugía, aunque si el paciente tiene factores de mal pronóstico este tratamiento se acompaña de quimioterapia. Pueden tener que extirparse algunos órganos próximos, como el útero, la vejiga o parte del estómago. Igualmente se puede hacer alguna sesión de radioterapia, ya sea antes de la cirugía (radioterapia neoadyuvante, para reducir el tamaño del tumor y hacer la cirugía más fácil) o después de la cirugía (radioterapia adyuvante, para ayudar a eliminar las células tumorales que hayan quedado y que puedan resultar invisibles a la vista del cirujano).
- Estadio III o C (el cáncer ha entrado en los ganglios linfáticos). La cirugía se complementa con quimioterapia, que en este caso, se considera necesaria. La eliminación de los ganglios linfáticos contribuye a detener la extensión del tumor, y se realiza mediante una linfadenectomía.
- Estadio IV o D (ha producido metástasis a distancia: en el hígado, en los pulmones o en los huesos). La base del tratamiento es la quimioterapia, aunque a veces también se puede hacer cirugía para eliminar algunas metástasis. A pesar de que la mayoría de personas en este estadio tienen una enfermedad incurable, extirpar las metástasis puede incrementar la supervivencia. La radioterapia también se utiliza para reducir las metástasis en los órganos a distancia.
Recordamos que la radioterapia es un tratamiento local. Se dirige al tumor y se hace desde fuera del cuerpo con una máquina de radiación. La radiación daña las células tumorales, de manera que las destruye, impidiendo su reproducción. Pero inevitablemente los órganos colindantes también se pueden ver afectados. La radioterapia comienza con unas sesiones de preparación, en las que se marca la piel con un rotulador para saber exactamente donde hay que irradiar.
Las sesiones de radioterapia propiamente pueden ser numerosas y hacerse varios días durante algunas semanas. Pero la radiación propiamente no suele durar más de unos segundos o un minuto. Durante este tiempo el paciente no nota ningún dolor ni molestia (fuera de la postura, que puede ser incómoda). Entre sus efectos secundarios se encuentran las quemaduras locales en la piel, la fatiga, las náuseas y la incontinencia urinaria. El especialista en este tratamiento es el oncólogo radioterápico, y es quien puede aconsejar sobre cómo reducir estos efectos secundarios. Por ejemplo, se suele recomendar evitar totalmente la exposición al sol u usar cremas hidratantes.
La quimioterapia es un tratamiento sistémico: se distribuye por todo el cuerpo, afectando a la reproducción de las células tumorales. Pero también afecta a las sanas, lo que da lugar a los efectos secundarios. Los medicamentos que se utilitzan para el cáncer colo-rectal son el oxaliplatino, el irinotecan, el 5-fluoruracilo o la capecitabina, entre otros.
La quimioterapia se administra por via intravenosa y se hace cada 3 o 4 semanas. Unos días después de cada sesión es cuando pueden aparecer los efectos secundarios, aunque no lo hacen siempre. Estos síntomas incluyen caída del cabello, vómitos, diarrea, llagas en la boca, o fatiga. El oncólogo puede recetar medicamentos que ayudarán a disminuir la intensidad de estas reacciones adversas. Afortunadamente el tratamiento de los efectos secundarios es cada vez más eficaz.
Algunos efectos secundarios pueden ser específicos de ciertos fármacos. La capecitabina o el 5-fluoruracilo pueden provocar el llamado síndrome de manos y pies. Se trata de un enrojecimiento de las palmas de las manos y las plantas de los pies y que puede evolucionar hacia dolor. Es importante consultar al médico si comienzan a aparecer estos signos. El oxaliplatino puede provocar neuropatía, en forma de pérdida de sensibilidad u hormigueo e hipersensibilidad al frío o al calor cuando se beben líquidos. Finalmente, la diarrea puede aparecer con cualquier producto de quimioterapia, pero puede ser especialmente severa con el irinotecan. También conviene consultar al médico cuando empieza a presentarse, para tomar medidas que eviten la deshidratación.
Antes de una nueva sesión de quimioterapia se hace un análisis de sangre. Si hubiera algun déficit, por ejemplo, de glóbulos blancos o plaquetas, se deben recuperar los niveles normales antes de retomar la quimioterapia. En este caso la dosis que toca se puede posponer unos días.
A veces el tratamiento convencional para una persona con cáncer colo-rectal metastásico no resulta eficaz. En este caso la terapia se puede hacer con regorafenib, un inhibidor de la tirosina kinasa que se toma por vía oral. Puede tener como efectos secundarios la fatiga, la pérdida del apetito, la diarrea o cambios en la voz.
Para el cáncer de colon y recto también se emplean un tipo de medicamentos llamados anticuerpos monoclonales, que destruyen las células tumorales sin afectar a las sanas. Se administran por vía oral. Son moléculas que se unen a puntos muy específicos de la célula que deben destruir:
- El cetuximab o el panitumumab se unen al receptor del factor de crecimiento epidérmico (anti-EGFR). Se utilizan cuando el paciente no tiene ninguna mutación en el gen RAS, que haría que no funcionara. Como efectos secundarios destacan el rash cutáneo (reacción parecida al acné), el dolor de cabeza o la fatiga.
- El bevacizumab se une al receptor del factor de crecimiento del endotelio vascular (anti-VEGF) y evita que el tumor pueda construir sus propios vasos sanguíneos para alimentarse. Entre sus efectos secundarios están la hipertensión arterial, la fatiga o el aumento del riesgo de infecciones.
Evolución y pronóstico
Una vez acabado el tratamiento se siguen haciendo controles médicos. El riesgo de que la enfermedad regrese nunca desaparece del todo -a pesar de que su frecuencia baja pasados tres años-. Las pruebas que se hacen pueden variar de una revisión a otra, según el criterio del médico a partir de las características del paciente y de la enfermedad. Pero son del mismo tipo de las que se hicieron para el diagnóstico.
Impacto psicológico del cáncer de colon
Durante les pruebas de diagnóstico y de seguimiento pueden predominar el miedo y la incertidumbre. Se aconseja ir acompañado/a por un familiar o amigo, y tomar notas de la información que dé el médico. Si el diagnóstico, efectivamente, es de cáncer pueden pasar unos momentos en que se deje de prestar atención a lo que le dicen, o se puede olvidar de detalles importantes.
También es importante hacer las preguntas necesarias, en cualquier momento e, incluso, apuntárselas en un papel para que no se le olviden. Puede aprovechar la experiencia del médico para que le explique cómo irá cada parte del tratamiento. Le explicará qué efectos secundarios puede tener y cómo tratarlos, qué podrá hacer y qué no podrá hacer de sus actividades habituales, etc. Para mantener la relajación puede respirar lentamente y profundamente, cogiendo el aire por la nariz y expulsándolo por la boca.
Si el diagnóstic es de tumor o cáncer puede tener reacciones como incredulidad, miedo, ansiedad, tristeza, depresión, rabia, etc. Es normal responder de esta manera, ya que se trata de una enfermedad grave y así es como una persona se adapta y encaja la noticia. También puede necesitar tiempo para aprender a hacer frente al tratamiento y a sus consecuencias. Asumir el impacto de la enfermedad en el entorno social y familiar, y el cambio del autoconcepto que implica no es fácil. Es bueno que se dé permiso a usted mismo/a para llorar, para estar triste o enfadarse. Incluso ante algunos consells del entorno sobre «ser fuerte» o «ser optimista porque todo irá bien«. La familia de la persona afectada también sufre, y necesita las mismas atenciones.
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A veces también podrá encontrarse con miradas curiosas, preguntas indiscretas o que sólo pretenden satisfacer una curiosidad morbosa. Recuerde que es usted quien decide qué explica y a quién se lo explica. Está en su derecho de dar la información que quiera a quien quiera.
Otra posible consecuencia son los cambios en el deseo y la actividad sexuales. La preocupación por la enfermedad, los efectos del tratamiento o los cambios en la autoimagen pueden perjudicar estos aspectos. En éste caso es muy importante la comunicación con la pareja, y confiar en un profesional de la sexología si lo creen conveniente.
Si el cáncer avanza y los médicos ven que la curación no es posible, no significa que ya no haya nada que hacer. Se les puede acompañar a usted y a su familia, e intentar destinar el tiempo restante a hacer cosas que quiera hacer: cerrar temas económicos o familiares, visitar lugares o personas, dejar un legado para los hijos o los nietos, etc. Muchos pacientes se quedan más tranquilos si han podido hacer un repaso vital que les permita concluír que su vida ha tenido sentido. También se puede preparar el duelo a nivel personal o familiar.
El tratamiento paliativo se orienta a controlar los síntomas físicos y psicológicos (dolor, angustia, etc) y a garantizar que la intervención terapéutica se hace preservando la comunicación entre profesionales, paciente y familia. Se intenta asegurar la dignidad de la persona a la hora de tomar decisiones. Se trata de una intervención multidisciplinar en la que intervienen profesionales de forma coordinada: médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, etc.
Esta información se ha elaborado con fuentes obtenidas de la Sociedad Española de Oncología Médica, Asociación Española Contra el Cáncer, National Cancer Institute, International Agency for Research on Cancer, y aportaciones propias de la experiencia profesional en Psicooncologia.